En otra vida fui un búho, lo
puedo ver en los ojos de esa ave nocturna. Todo un mundo que viví y ahora no
recuerdo. Perdidos en el bosque y que no invitemos mutuamente al amor para que
se entremezcle entre nosotros y nos posea. Ríes burlona con telarañas en los
ojos y dices yo fui una araña, dejemos mejor que se encarguen de ello la araña
y el búho, como ya sucedió más de una vez en otro mundo.
Te levantas de la butaca del
cine sin sentirte estafada, elegantemente sales fuera y te enciendes un
cigarrillo. Piensas que sencillo sería trepar por las paredes hasta los tejados,
en vez de pedir un taxi o dar un largo paseo para llegar a casa hacerlo moviéndote
de azotea en azotea.
Lo observo todo por el balcón
con mi visión binocular, fumando, desde que la oscuridad se apoderó de la falta
de luz. Hago que me importa lo que veo, pero es mentira. Solo hay una cosa que
realmente me interesa, el momento en el que pases por debajo y yo fuerce a la
casualidad y sus consecuencias, y te pregunte: ¿Qué tal fue la película?
Ahora que te has mudado de
país sin despedidas y sin correr el riesgo de ternuras y caricias que puedan
hacer inútil tu nuevo destino que te has inventado, ya me quedo más tranquilo
sabiendo que en otra vida todas las mañanas nos despertamos juntos y te exprimo
las naranjas para el zumo del desayuno y después retomamos el hilo conductor de
la noche haciendo el amor en la ducha, mientras en la partida de ajedrez no
queda claro si es el búho el que se come a la araña y la guarda para siempre
viva dentro de su estomago o es la araña la que mantiene vivo al búho en su
tela de araña.
Saludos y gracias
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