- ¿Cómo se encuentra hoy?
No se cansa. Siempre que vengo
cada semana me hace la misma pregunta. De verdad, no le aburre, no ha pensado
en cambiar la introducción, no sé algo más original. Piense, quizás encuentre
algo que la próxima vez nos sorprenda a usted y a mí. Debería dejarme fumar, no
creo que sea bueno que le prohíba algo que quieran hacer a sus pacientes,
déjeme que me engañe contaminando mis pulmones, no debe de ser peor que todos
los días estar contando lo mismo, respondiendo a las mismas preguntas, me
siento subido a una puta noria dando vueltas y desesperándome porque en el
punto más alto no hay ninguna vista bonita. Solo se ve la cabeza de un maldito
gigante disfrazado de hormigón. ¿Sabe lo que es eso?... Mire, mire por su
ventana, tiene la suerte de todos los días levantarse entre el breve descanso
entre paciente y paciente y poder ver algo, sí, quizás vidas atropelladas, pero
vida al fin y al cabo. Hermoso, ¿no? Eso es un privilegio. Disfrútelo. Ya sé,
ya sé, que usted está aquí para que yo vea lo mismo pero desde mis propios
ojos. ¿Qué de que quiero que le hable hoy? ¿Qué le parece si le hablo de mis
enanos? No, no creo que quiera eso... aunque entre dentro de su factura, pero
hágame caso, ni usted quiere escucharlo... ¿Sabe? Un día, un día construiré una
ciudad que tenga puerto, para observar todas las mañanas el infinito.
- Por cierto, su diván es muy
cómodo...
Saludos y gracias
Muy bien tirado, y buen tema.
ResponderEliminarGracias :)
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