LA TRISTEZA (MIEDO) DE QUE EL HOGAR SE CONVIERTA EN UN VACIO



¿Lo ves? Ya no queda nada... Tan solo tierra quemada de aquello que te pertenecía, multitud de agujeros cercando el camino que lo llevarán todo al olvido y finalmente no serás nada. ¿Aunque alguna vez realmente por un centesimal segundo te sentiste alguien, algo que mereciese la pena que en el universo quedase constancia de ello?. Limpia la bola de cristal que tiene la osadía de mostrar ese futuro más cercano...¿Y si el futuro no existe que es lo que realmente está mostrando? Eco, eco, eco...

Las matemáticas y su impecable lógica dice que en unos días ya no habrá hogar, ni techo, ni paredes donde guarecerse, y la obligación de deshacerse de lo que se tiene, de estados emocionales anclados al materialismo, de estados emocionales en principios libres, salvajes, de verse forzado a ligarse con cadenas al peso de la realidad que como el de la gravedad no permite levitar, como el grano que se mete en la piel y la piel se convierte en grano, en pus, en infección, que duele, martiriza, anula, ciega, enmudece, te ensordece, destruye lo que se tardó tanto en construir a través del espejo y lo peor de todo acaba matando la belleza, el amor propio, la fauna de lo mamífero y se quiere ser huevo, nada más que huevo enterrado en la arena y enterrado por el polvo de las culpabilidades, los errores, lo que pudo haber sido y no será, la mutilación del ahora y las lágrimas el último grito de humanidad visible antes de que todo se vaya al carajo, porque el tarro de los sueños se rompió y tan solo queda esparcido por el suelo de aquello que le quedan las horas contadas de seguir siendo llamado hogar el liquido verde que le daba consistencia a todo, un sentido, un propósito, un nuevo amanecer lleno de esperanzas, entonces llega esa maldita palmadita en la espalda unida a la puta condolencia que te recuerda que ella nunca vendrá a despedirse, a salvarte, que desde hace meses ya no hay nadie que haga ese papel de que te sientas amado de nuevo y viceversa, hace tiempo que todo eso que tanto se anhela comenzó a dejar de ser, y es cuando se quiere cerrar los ojos saltar al vacío y que la niebla te engulla o quizás como la luz de un último ave fénix que no haya explosionado todavía te sorprenda.

Saludos y gracias

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