EL BÁLSAMO



A ver reestructuremos el sabor de la cereza, lo que ocurrió en la habitación 33 y como la doble RR traía en bandejas de plata junto a una botella de cava una carta de despedida, el bálsamo era que antes de que la leyeras, te la leyera, y viera tu letra una vez más, mi letra, su letra, haríamos el amor, fumaríamos y nos tocaríamos mientras nos dijésemos las últimas palabras.

El sexo es la circunferencia perfecta antes de la despedida. Dijo una vez J cuando iba tan borracha que quiso saltar por el balcón y comprobar si volvía a morir en qué mundo resucitaría esa vez. Y su nave espacial un diseño tan caótico como su forma de ser, su forma de estar, su forma de desaparecer y luego volver.

Tú me copiaste mi frase diciéndome en aquella habitación que tenías tanto miedo no únicamente a morir atada a una cruz, si no también morir sin tener nadie al lado más que un forense para diagnosticar a que documento de identidad pertenecerá dicho cadáver, es decir el tuyo antes de que los cuervos se llamen entre sí con sus graznidos estrepitosos y luego te saquen los ojos. ¿No podrías imaginar finales más felices?.

Nos sudamos a través de las sabanas, nos arrastramos debajo de ellas, nos reímos cuando nos encontramos allí, y mi cabeza se cuela entre tus piernas desnudas, vas sintiendo que te gusta tanto como a mí, me gusta como hueles cuando tu sexo se ablanda, se acomoda al placer de mi lengua, se relaja y se deja hacer. Tendremos muchas cosas que no entenderemos, muchas cosas que no podremos explicar porque nos diferencian, porque nos hacen romper las cosas, y pensar en terminaciones grises y solitarias, pero antes de que te lea, me leas, nos lean la jodida carta y pidamos una última botella de cava, siempre tendremos en común la necesidad del mismo bálsamo para poder seguir existiendo y manteniendo nuestras vidas de gatos callejeros.

Saludos y gracias   

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