UN DÍA EN EL SUPERMERCADO



Lo reconozco, lo acepto, se me olvidó comprar la pasta de dientes del supermercado, y la mermelada de melocotón, y las compresas con alas, pero habían tantas cosas, tanta oferta, tantos productos, tantos dos por uno y uno por cuatro y los de la raíz de ocho al cuadro y vete tú a saber que otros estudios de mercado, que me mareé y quise salir de ahí con las manos levantadas diciendo yo no llevo nada, sacar la bandera blanca, encenderme un cigarro como quien se fuma la pipa de la paz, o a lo sumo en la cara b, haber hecho a lo Robin Hood y haber sacado de allí productos útiles sin que me viesen a repartir que mientras se viva en un mundo de escaleras los de más abajo siempre necesitan algo. Pero no llevaba ni mi capa verde, ni mi arco y ni mi flecha, y el de seguridad me miraba con ojos de desconfianza, solo tenía que comprar un bote de mermelada, un paquete de compresas, una pasta de dientes y me entraron ganas o de montar la revolución o pedir la paz porque me sentía engullido.

Saludos y gracias

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