No seas yo porque entonces nos
aburriríamos, no quieras parecerte en nada a mí que si no dejaría de ser
interesante aprender a conocernos, los primeros días tal vez resultase
brillante vernos a los ojos y decirnos cuanto somos el uno del otro, cuando
seamos como dos gotas la que está delante del espejo y la que está en ese otro
lado imaginario, intransitable, inhabitable, misterioso.
No quieras cogerme de la mano
y tener mis mismos andares, mi mismos pasos cansinos pesados cuando pasan los
días y solo hay frío y falta, mucha falta de sol, o los más alegres, más
vistosos cuando llega la primavera con sus falsas promesas para engañarnos y
hacernos creer que todo será mejor, más hermoso, y esa parte abominable que
tiene el mundo de transformarlo en un lugar tenebroso y terrible resultará
desterrada para siempre con el encanto y armonía de esa hermosa mentira (la
primavera) que dejo que me seduzca, porque mejor eso que nada.
No quieras fumar como yo fumo,
beber como yo bebo, pensar como yo pienso, ver con mi lujuria los escotes
bonitos y las piernas alegres desnudas que anuncian la llegada del buen tiempo,
que se pasean por las calles, que se sientan en las terrazas, que leen libros
en las bibliotecas, que escuchan música y se mueven en los clubs, que hacen de
la ciudad un lugar mejor. No quieras parecerte a ellas para que te vea y te
veas con esa misma obscenidad.
En serio no quieras ser yo
para que estemos, para que seamos. Si no arruinaremos la belleza del
equilibrio.
Saludos y gracias
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