“¿Cómo puedes saber que te
extraño?”
El vértigo es un diamante que
se cae y da pánico lanzarse detrás de él. Un agujero detrás, es decir el final,
el hoyo con una O gigante. Solo se ve eso. Toda una composición maestra de nuestros
temores.
Saliste del ascensor y con
solo fijarse no era difícil descubrir que todavía Tiffanis era un aplazamiento.
No hace falta saberlo para que los ovnis sigan haciendo círculos alrededor de
estrellas que desconocemos, así empieza la película que he pensado para
nosotros dos, igual que el juego de mesa y el azar de los dados, la realidad
virtual detrás de gin tonics, los japoneses siguen haciendo fotos en el
extranjero y los puentes todavía no se derrumban, una señal, el optimismo de
bajar debajo de ellos y volver abrir el paquete de tabaco y mentirnos al
decirnos que ese será nuestro último cigarro. ¿Qué tal te va todo? ¿Así se
empieza una conversación? Cruzamos los mapas, esa era la idea, las imposibles
latitudes sin importar si hacía frío o calor, hasta, hasta que llegó la
realidad queriendo aplastarnos. Todo importa si estás en ello. Si no off y
límites impuestos y menguantes. ¿Ese era y no era el núcleo, verdad?
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