El subterráneo es un largo túnel
que cada vez se hace más grande y más oscuro. Huele a rata de cloaca a orina y
a la tristeza de la pobreza y la hambruna. Buscas equilibrio. Busco control. El
subsuelo me aleja de ti, te aleja de mí. Es hondo y oscuro y no hace falta que
te vuelva a describir a todo lo que huele.
Dime que vaya dime que vienes.
Dime que vaya dime que vienes. Dime que vaya dime que vienes.
Inventamos billetes y
aerolíneas que nos llevasen a la capital del país con el punto rojo en medio de
su bandera. Te traje Tokio dentro de una burbuja de cristal. Cuando dejabas que
mis manos acariciasen tu vientre desnudo (que era muy a menudo) pensaba por un
momento que en un futuro hubiese algo de mí dentro de él. Nunca te lo dije pero
siempre creí que fuiste demasiado individualista, egoísta y por eso el avión,
la despedida, la maldita soledad de un aeropuerto lleno de gente.
Dime que vaya dime que vienes.
Dime que vaya dime que vienes. Dime que vaya dime que vienes.
No habrá más noches de sushi.
¿Verdad?. Tú disfrazada de geisha para mí. Dibujar con nuestros cuerpos el
erotismo que nace en las madrugadas cuando las luces ya están apagadas. ¿Ya has
encontrado tu equilibrio?. Yo no. Porque el mío eras tú. ¿Ya has encontrado tu
control?. Yo no. Porque el piano sigue hablando de un oscuro final.
Dime que vaya dime que vienes.
Dime que vaya dime que vienes. Dime que vaya dime que vienes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario