No sé qué ventajas puede haber
en que finalmente no hayas aparecido dentro de esa acuarela azul. Los días que
saben como el vinagre son muy duros y parece que duran demasiado tiempo. No
solo eso, también desnivelan la balanza del optimismo y el pesimismo. Ya sabes,
y permita que me repita, como que no apareciste ahí , rodeada del tipo que
tocaba la batería, el otro el saxo, un contrabajo que llevaba un bigote y un violín
con sombrero, y tú deberías haber sido la pianista o la cantante con vestido
azul.
Y me preguntarás y todo eso
porque ayer fue domingo. Sí, por eso y porque había bebido demasiado alcohol
durante tres días seguidos, me había quedado toda la tarde viendo “Happy
endings” esperando como el que no tiene cobertura en un desierto que
aparecieses igual que una gata en celo y tocases el nuevo timbre que me
instalaron el otro día y subieses para hablarme de finales felices y acuarelas
azules.
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