INCOGNITAS A TREINTA MIL PIES DE ALTURA



Somos seres solitarios, somos silencio, venimos, estamos, y ahí está nuestra distancia, la lejanía infinita que no alcanzan dos manos, los aviones que no nos llevan a ninguna parte, los aeropuertos que nos vuelven invisibles, nuestras maletas, y aterrizar a tierra entre frío y lluvia, abrir con llave la puerta, encontrar un espacio vacío, abrir la nevera y descubrir que no hay nada porque nadie nos espera, y saber que ese es nuestro lugar, al menos por el momento, añorarlo como se añoran las cosas extrañas, las que no se entienden porque nadie ni nada sabe cómo entendernos.

Sé dónde está mi cuerpo, pero desde hace semanas no sé dónde está mi mente, ¿Habrá encontrado la libertad que mi cuerpo no alcanza por culpa de la ley de la gravedad?

Saludos y gracias

1 comentario:

  1. Hermano!! ahora solo te queda descubrir como romper con la ley de gravedad ;-)
    Una abrazo fuerte!!

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