Cambiaría los vasos llenos de
tristezas por un cielo azul y su silencio entre la espesa hermosura que son tus
cabellos cubriendo mi barba mientras me besas esclarecería el canto del
ruiseñor que duerme en un viejo muelle donde los barcos que llegan y no vuelven
a zarpar son mis dudas a la vez que alguien enciende una vela y se pregunta
porque se tiene que apagar y dejarnos a oscuras como si muriera en ti y tú no
estuvieras porque en la penumbra que el polvo alcanza las cartas de amor que
escribí y nunca envié acabaron manchadas de sangre me culpan todavía porque
quizás (aunque las probabilidades pertenezcan a un imposible) fuiste tú la que
hoy llamaste a mi timbre a media tarde y no fui a comprobarlo porque no creía
que aparecieses con un paraguas rojo aunque fuese y es lo que más deseo termina
el día rompiéndome la duda pensando que el mejor lugar es donde tú me regalases
tus mediodías.
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