Hoy me he levantado y sé que
ella estará ahí esperándome, no me pregunten en qué lugar exactamente, o como
es ella, y si sus ojos cuando la miras fijamente se ponen a cantar, todavía no
he descubierto esas cosas que quizás parezcan tan trascendentales para saber
con seguridad que ella estará ahí esperándome.
Pero sí que tengo claro, que
si quiere un París a mi lado, le diré mientras produzco el tintineo de la
cucharilla contra la taza de café, que cierre los ojos por unos momentos, que
confié en mí como yo confiaré en ella, que en cinco minutos con un papel y un
bolígrafo en mano le dibujaré con palabras el París más hermoso que jamás haya
imaginado, e iremos hasta allí en autoestop mental y nos pararemos a comer en
alguna panadería unos croissants recién sacados del horno, besaré sus labios
calientes, y callejearemos hasta perdernos, hasta que se haga de noche y mucho,
mucho más, entonces simplemente estaremos empezando algo hermoso.
Es hora de plegar las maletas
y salir de aquí, abandonar los altibajos de mujeres que aunque en ocasiones me
perdieron en un vaso de agua, fue ahí donde descubrí lo que realmente quería y
no quería, esas noches incompletas que producían un vacio que desesperadamente
intentaba rellenar en el destierro de los bares, y allí en aquellas otras
miradas, piernas hermosas e inoportunas que sabía a ciencia inexacta que ni aun
matando a la soledad, en aquellos lugares y en aquellas altas horas de la
madrugada nadie vendría conmigo a consolar que me acababan de dejar desnudo en
la cama, y ni tan siquiera habían inventado una buena excusa para marcharse, ni
un párrafo lleno de disculpas.
Quizás ahora comprenderán, y
si no lo hacen la verdad que me da igual. Simplemente sé que ya no me asusta abandonar
esta casa, incluso esta ciudad si es necesario, o cruzar la frontera, e ir allí,
porque esta vez sé con total seguridad que ella está esperándome. Quien sabe
quizás esté detrás de la puerta comprobando cuando la voy a dejar entrar, o dos
calles más allá cruzando el semáforo en rojo saltándose las normas como a mí me
gusta, en algún bar celebrando sus victorias y sus fracasos, o allá entre las
cosas hermosas que deben haber una vez se cruce el gran charco, las mismas que
hay aquí solo que a veces no nos damos cuenta, o tan cerca como lo está
cualquier otro país, otra ciudad, otra calle que desconocemos…
Saludos y gracias
¡Qué bonito!
ResponderEliminarMe encanta !
Un beso
Nuri