Niña, creo que no lo
entendiste, todavía no te diste cuenta que tu indiferencia o tu cercanía son
mis estados de ánimo, que lo importante no es el lugar, dejarlo todo o
continuar con lo que tenemos, claro que el sol y la playa ayudan a reinventarnos,
a que todo sea mucho más fácil, igual que salir de la oficina y abandonar el
cubículo para siempre, y encontrar la adrenalina necesaria atracando un banco. Pero insisto, niña, creo que no entendiste la
belleza que se esconde detrás de estas palabras:
“Me volvieron esas terribles
ganas de mandarlo todo a futama, de alejarme de este frío y este cielo gris,
con lo poco que queda en los bolsillos ir hasta Méjico y acabar de arruinarse
ahí a base de chupitos de tequila, o llegar hasta Cuba e intentar volver a
montar otra revolución, o descalzo en la playa inventar el mundo. Tan solo te
querría hablar de esto si vinieses a tomar esa cerveza, tan solo querría
decirte que con venir y estar aquí bebiendo a mi lado, ya es más que suficiente
para saber que todo saldrá bien.”
En serio, qué más da todo… Si
bastará con que el fin del mundo te pille en mi cama.
Saludos y gracias
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