Supongo que hay cosas que no
cambian, que se retienen y son siempre iguales, que aparentan ser así a primera
vista, por eso quizás sigue la misma suciedad en las esquinas, hasta que pase de nuevo el aspirador, una de las dos cazuelas
continua con su tapa perdida, y tan solo tengo tres tenedores, los calcetines
se me hacen viejos y les surgen patatas como me decían de chico que se les
llamaba a los agujeros, hay libros amontonados junto a papeles y notas sueltas
que esperan que algún día me acuerde de ellos y les encuentre un sitio, la ropa
tendida sin recoger, las plantas aguardando a que les diga palabras bonitas,
bombillas que se van apagando poco a poco, y la indecisión (la tuya),
constante, invariable, como los cables que intenté cortar una vez con unas
tenazas gigantes y el efecto y la consecuencia fueron lo mismo, congelación, me
quedo atrapado entre tus dudas, y ahora si no me dices tú lo que debo de hacer,
no lo sé yo.
¿Sabes
donde están las naves espaciales para viajar a mis otros mundos que un día te
conté y querías que te llevase conmigo? Como el otro día que me puse mi mejor
traje, la camisa blanca, los zapatos, la corbata de tonos grises y oscuros, fui
a la pista de baile, estaba todo el mundo, figuras que se movían acompañadas
que conocían su lugar, eran pares en un escenario sin imágenes impares, los
tenías que haber visto danzar, hubiera sido perfecto si hubieras estado ahí,
porque el final te lo puedes imaginar, solo en medio de la pista de baile
esperando a que vinieses, el resto no hace falte que te lo cuente, prefiero no
recordarlo, por eso hoy no esperes demasiado de mí, tan solo si tú quieres,
podría matar dragones por ti, recoger de su sangre la rosa que brota y dejarla
en tu mesilla de noche junto a un libro, porque para que algo vuelva a suceder
todo depende de ti.
Saludos y gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario