Del 31 hay que pasar al 32, y
así sucesivamente, son correlativos, hay que seguir su línea, aunque no te
guste, ya sé, ya sé, preferirías ir directamente al 48 por ejemplo, llamar a su
puerta y que cuando te abra no te diga no le abro la puerta a desconocidos, así
que ya puede ir yéndose por donde haya vuelto.
O saltar directamente al 72,
pongamos que es aquí en la mezcla del 7 y el 2, sin cambiar el orden, cuándo
vestida con lencería barata que no se la vemos porque se la cubre una bata, nos
invita a fumar tabaco de ese de cachimba, de ese que una vez trajo de Egipto,
allí cuando volvió decepcionada porque no encontró ningún ovni dentro de
ninguna de las pirámides que visitó.
Tal vez sea en el 88, vete tú
a saber, qué más da, mientras se pudiera coger un atajo para desviarse de todo
el tráfico de los otros números y llegar aquí en el estallido que produce el
chasquido de los dedos corazón y pulgar, y que nos dijera vamos a crear nuestro
propio diminuto París, a hacernos un Belfast y preguntásemos al unísono que es
eso, y la respuesta viniera como las nubes de verano que querremos que se
queden como un bucle infinito.
Y te acuerdas todavía del 1,
cuando estaba allí sentada en su pupitre, atenta a lo que decías o decíamos, y
ese flequillo que nos recordaba a la cantante de Amaral, esa sonrisa que jamás
llegaríamos a pensar que muchos números después nos iba a tener tan coladitos, mientras
esperamos a que recoja el tulipán que le dibujamos dentro de un sobre y que le
dejamos en el buzón de los números allí por la altura del 27 y pasemos una
mañana inolvidable en un parque.
Saludos y gracias
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