CAPÍTULO XII: LOS SIGUIENTES DÍAS Y SI HUBIERA...



Y si hubiera ido a Bruselas a sorprenderla, y si hubiera como llegó a pensar alargar aquel viaje dejándose caer junto a ella un par de días por Brujas y enseñarle una ciudad de cuento, hacerle el amor en un hostal cuyos muros eran de piedra, y como una vez le confesó ella, con su cuerpo dentro del suyo conseguir que alcanzasen el orgasmo en un punto concreto de la novena sinfonía de Beethoven.

Y si todo aquello hubiera pasado, seguramente se hubiera perdido que su padre le hablase que sentía que su lugar estaba en Argentina, incluso que no sabía porque pero que creía que tenía algo que ver con la Patagonia, y que algún día lo descubriría, tenía que hacerlo, quizás por eso y porque no sabía cuando se volverían a ver, porque aunque su padre le había dicho que le gustaría pasar este año las navidades con él, al menos la noche buena y el día de navidad, no se fiaba de dicho futuro, acabaron viendo juntos durante tres noches seguidas la serie “vientos de agua”.

Y si hubiera hecho caso a los duendecillos que salieron de debajo de la mesa, mostrándole el cartel de precaución, para luego más tarde derivarlo en peligro,  cuando Alberto le dio aquel papel, con aquel número de teléfono escrito, con aquellos datos suficientes para entender porque fue tan idiota y no los escuchó, y romper aquel trozo de papel, o devorarlo hasta retenerlo oculto para siempre en el esófago, o quemarlo hasta que las llamas se lo llevarán para siempre, y lo convirtieran en ceniza, o simplemente le hubiese hablado a Alberto de sus planes de hostales de cuentos de hadas, de hacerla sentir como una heroína de cuento durante un par de noches, de finales felices entallados entre paréntesis, de soplar al tiempo y apagarlo, de preguntarse qué hacía ahí con esa cerveza, salir corriendo y comenzar a idealizar esa fuga y búsqueda, y declaración de intenciones, e incluso quizás la creación de un micro universo.

Continuará...

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