CAPÍTULO VIII: ENCUENTROS INESPERADOS



No se esperaba ver ahí a Eva, que hace aquí, se ha vuelto loca, no tiene mucho sentido pararse a pensar en ello, al fin y al cabo él es consciente que tiene parte de culpa de todo ello, no se puede pasar tanto tiempo creando un vacio, pero no sabía que contestarle, que decirle… Espera a que se saluden ella y su padre, la única chica que le ha conocido, de pura casualidad, más o menos parecido a lo que ha sucedido hoy, solo que esa vez quien se presentó de improviso fue su padre, el cual se ha despedido de los dos yendo hacía el cuarto piso donde vive Javier, dejándolos solos.

Javier coge a Eva de la mano, se sientan en la acera enfrente del portal, no saben que decirse, él sabe que empezar con un qué haces aquí, y regañarla por ello no tiene sentido, sería entrar de lleno en una pelea que no le apetece para nada, cree saber porque lo ha hecho, se habrá cansado de esperar, de esperar, y habrá decidido coger el toro por los cuernos, así es ella, entonces le oye decir, lo siento no sabía que tu padre estaría por aquí, y él hace un gesto con la cabeza como si no pasará nada, entonces se para a pensar y que hubiera ocurrido si en vez de aparecer con su padre hubiera aparecido de la mano con otra chica, y le agota tanto esa idea que la rechaza rápidamente, la expulsa fuera del estadio con una fuerte patada.

Eva tampoco sabe que más decir, se siente ahora ridícula, y la verdad que no sabría cómo explicarle el motivo real de porque está ahí, un poco de esto, un poco de aquello, esta circunstancia, esta otra, y lo que sería la verdad, sonaría como una excusa, perdería toda su credibilidad, así que cree que es mejor no decir nada, sabe que si él todavía sigue en silencio es que le ocurre lo mismo, pero tiene que reconocer que le gusta estar ahí, cogida de su mano, que una parte de ella no quiere que la suelte, y siente que a él le está ocurriendo lo mismo.

De repente Eva le dice a Javier sabes que la tomatera ya está dando sus primeros frutos, ya ha tenido su primer tomatito, y ambos sonríen, y entonces ella apoya su cabeza sobre su hombro, un acto reflejo, instintivo, y a Javier no le molesta, la abraza y le dice, quieres subir a casa, y ella le responde pero está tu padre, no te preocupes por él, no va a decir nada, y ella con un gesto dice porque no, y esa noche harán lo que mejor saben hacer, bajar el telón, y estar ahí tras las bambalinas, es cuando mejor están, cuando saben que no hay espectadores juzgándolos, cuando hasta ellos mismos dejan de ser sus propios espectadores , ese es su lugar.

Continuará…

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