Te desnudas como quien se
quita de encima los atropellos y accidentes diarios, los semáforos que se salta
en rojo y le contradicen el camino que creía haber tomado, y eso que jamás los
colores indicaron el camino, pero de alguna manera eran una señal, como las
ecuaciones que marcan normas en códigos numéricos a seguir, un día te hablé de
la leyes del viento, y que importó, más esa botella de vino, esos besos que
despertaban a la luna y aclaraban mi rutina, te acuerdas que había algo sobre
eso.
Despertarme besando tus pechos
desnudos, tus labios fríos para darles calor, tu sonrisa de buenos días, el
abrazo imperfecto sin los límites de segundos y centésimas de tiempo, un rincón
para ti y para mí, un colchón que le cubra unas sabanas, un edredón, y los
calcetines hechos ovillos al final de la cama, juegos de pies descalzos, erizar
la piel y el mundo, el nuestro, no hace falta ningún otro, apagar la velocidad,
y si existe un espacio sideral comenzar a recorrerlo, el zumo de naranja del
desayuno, el saber que podemos agotar nuestro espacio como queramos, juntos,
sin importarnos quien gana o quien pierde este año, tomar la calculadora electrónica
y hacerla añicos, volver a donde sabemos que entendemos todo lo que queremos
que pase, al colchón, a quitarnos la ropa, a besarnos, a dormirnos juntos, a entrar
dentro de nuestra rutina preferida.
Saludos y gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario