Aquel mismo lugar que
durante las últimas 48 horas se había disfrazado de lujuria etílica, música
desde el rock más clásico hasta el hip hop más actual, y donde las habitaciones
habían ocultado promiscuidad, ahora era un lugar silencioso, con algunas
huellas y pistas de lo que había pasado, y mientras caía la tarde, una pizza se
calentaba en el horno, Alberto le preguntó a su amigo Javier mientras estaban
tirados en el sofá viendo alguna estupidez de esas que escupen por la
televisión
-
¿Quieres colocarte?
-
Vale, por cierto sabes quién era esa chica con
el bikini azul que vino a tu fiesta, no la conocemos, ¿Verdad?
-
Si no te hubieras ido como te fuiste, te
hubieras enterado por ti mismo quien era.
-
No te pongas así, ya sabes cómo son estas cosas,
me mandó un mensaje lleno de disculpas y arrepentimiento y tuve que salir lo
antes posible.
-
¿Y cómo fue la cosa? ¿Volvéis a estar juntos?
-
Que va, antes de venirme para aquí hemos roto,
pero esta vez es la definitiva.
-
Siempre estáis igual, ¿Qué ha pasado ahora?
La alarma del horno crea el
silencio, mientras Alberto se levanta para traer la pizza y un par de latas de cerveza, Javier no
tiene ganas de darle explicaciones, seguramente ni porque él mismo sabe que ha
vuelto a pasar con Eva, no quiere acabar admitiendo que no estaría nada mal
recibir un mensaje de ella como si nada hubiera pasado, enterrar sus orgullos
donde hacen sus túneles subterráneos los gusanos, y hacerle una visita esta
noche y desnudarla como otras tantas veces y acurrucarse a su cuerpo y volverse
a mentir con susurros y caricias, pero sabe que esta vez es más difícil que
nunca que eso vuelva a suceder, al menos, sabe seguro que esta noche no será.
No volverán a hablar del tema en todo la
noche, acabarán la pizza, decidirán encenderse la PS3 y echarse algunas
partidas al juego de baloncesto, harán algún tipo de apuesta por quien se acabe
llevando la victoria al mejor de cinco, y cuando terminen de jugar, se
encenderán un último petardo, que les transportará a un lugar onírico lleno de
mensajes subliminales que les sumergirá en un estado de relax absoluto, sentirán que la ley de
la gravedad es flexible, y podrán elegir entre caminar por las calles de ese
lugar todavía demasiado difuminado como para darle y subrayar sus formas o
volar hasta las nubes pintadas de carboncillo de arriba de la lamina.
-
Sabes Javier, creo que esto nunca te lo he
contado, cuando voy muy colocado, me imagino como una especie de estepa de
asfalto, como si estuvieran construidas las calles de una ciudad, pero no
tuviera ningún tipo de edificación, ni tiendas, ni edificios, nada,
absolutamente nada, tan solo pavimento. Entonces de repente allí observo que se
encuentran varios seres omnipresentes cascándose pajas para marcar su territorio
con el semen que eyaculan.
Continuará...
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