CAPÍTULO II: SERES OMNIPRESENTES




Aquel mismo lugar que durante las últimas 48 horas se había disfrazado de lujuria etílica, música desde el rock más clásico hasta el hip hop más actual, y donde las habitaciones habían ocultado promiscuidad, ahora era un lugar silencioso, con algunas huellas y pistas de lo que había pasado, y mientras caía la tarde, una pizza se calentaba en el horno, Alberto le preguntó a su amigo Javier mientras estaban tirados en el sofá viendo alguna estupidez de esas que escupen por la televisión

-          ¿Quieres colocarte?

-          Vale, por cierto sabes quién era esa chica con el bikini azul que vino a tu fiesta, no la conocemos, ¿Verdad?

-          Si no te hubieras ido como te fuiste, te hubieras enterado por ti mismo quien era.

-          No te pongas así, ya sabes cómo son estas cosas, me mandó un mensaje lleno de disculpas y arrepentimiento y tuve que salir lo antes posible.

-          ¿Y cómo fue la cosa? ¿Volvéis a estar juntos?

-          Que va, antes de venirme para aquí hemos roto, pero esta vez es la definitiva.

-          Siempre estáis igual, ¿Qué ha pasado ahora?

La alarma del horno crea el silencio, mientras Alberto se levanta para traer la pizza y un par de latas de cerveza, Javier no tiene ganas de darle explicaciones, seguramente ni porque él mismo sabe que ha vuelto a pasar con Eva, no quiere acabar admitiendo que no estaría nada mal recibir un mensaje de ella como si nada hubiera pasado, enterrar sus orgullos donde hacen sus túneles subterráneos los gusanos, y hacerle una visita esta noche y desnudarla como otras tantas veces y acurrucarse a su cuerpo y volverse a mentir con susurros y caricias, pero sabe que esta vez es más difícil que nunca que eso vuelva a suceder, al menos, sabe seguro que esta noche no será.

 No volverán a hablar del tema en todo la noche, acabarán la pizza, decidirán encenderse la PS3 y echarse algunas partidas al juego de baloncesto, harán algún tipo de apuesta por quien se acabe llevando la victoria al mejor de cinco, y cuando terminen de jugar, se encenderán un último petardo, que les transportará a un lugar onírico lleno de mensajes subliminales que les sumergirá en un estado de relax absoluto, sentirán que la ley de la gravedad es flexible, y podrán elegir entre caminar por las calles de ese lugar todavía demasiado difuminado como para darle y subrayar sus formas o volar hasta las nubes pintadas de carboncillo de arriba de la lamina.

-          Sabes Javier, creo que esto nunca te lo he contado, cuando voy muy colocado, me imagino como una especie de estepa de asfalto, como si estuvieran construidas las calles de una ciudad, pero no tuviera ningún tipo de edificación, ni tiendas, ni edificios, nada, absolutamente nada, tan solo pavimento. Entonces de repente allí observo que se encuentran varios seres omnipresentes cascándose pajas para marcar su territorio con el semen que eyaculan.

Continuará...

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