Supongo que hubo un tiempo
donde los domingos por las tardes estaban llenos de sesiones dobles en esas
butacas rojas, y a lo lejos asomaban lugares comunes, historias que se
marchaban por ese vagón del metro, amores que se manchaban con despedidas que hacían
que los lirios se marchitaran más pronto de lo normal, y venías con tus
palomitas, antes de que se apagaran las luces y se corriera el telón, mientras
te dejabas que te metiera mano a través de tu muslo.
Supongo que hubo una vez que
los domingos por las tardes gastábamos el tiempo en el sofá, aprendiendo a
hablar en silencio, y te quedabas dormida mientras te recostabas contra mi
pecho, y descubría que así se debían de sentir los héroes que llenaron los
espacios vacios que me dejó mi infancia.
Supongo que hubo una vez donde
no sentía miedo los domingos por las tardes, porque no existían estos desiertos
que producen tanta sed, no necesitaba pedirle al azar que se volviera a acordar
de mí, las revoluciones de la lavadora no mencionaban que ya no estás aquí para
abrazarte, que uno se puede llegar a sentir convaleciente por no tener a nadie a
su lado.
Supongo que hubieron domingos
por las tardes que pasábamos juntos las páginas de ese libro que escribíamos, y
no le dábamos mayor importancia a los dinosaurios que salían de debajo del
asfalto, que los únicos versos que me importaban eran los que hacía para ti y
te dedicaba en las hojas de los chopos que caían, que entonces estábamos a tiempo
para todo, que simplemente éramos felices.
Saludos y gracias
Precioso.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias:)
EliminarUn saludo
Esas tardes de domingo son para añoar
ResponderEliminarUn abrazo
Añorar eso que nos gustaría tener y...
EliminarUn abrazo