Es como si fuera del estado rem, si existiera
una litera tú estuvieras arriba y yo abajo, en cambio cuando la luz se apaga,
se cierran mis ojos, nos encontramos juntos en una gran cama, desnudos, y tocándonos
como dos adolescentes que lo van hacer por primera vez, mientras ambos reímos,
y degustamos los gajos de una naranja que acabamos de arrancar del naranjo que
cuelga del techo.
Luego al día siguiente si nos
cruzamos a la salida del portal, con una lluvia que cala los toldos de la ciudad,
te miento diciendo que mi trabajo está en otra dirección, para no compartir el
paraguas juntos, aunque luego me increpen en el trabajo por llegar tarde, y
entonces de camino a ese agujero lleno de teclados, pantallas de ordenador,
teléfonos, cubículos, alargo la mano y vuelvo a entrar dentro del estado rem, y
allí vuelves a estar tú, junto a mí, cogidos de la mano, vestidos de blanco en
medio del océano, delante de una ballena azul que está esperando a llevarnos de
vuelta a nuestro hogar que hemos construido en mitad de una isla del pacífico
abandonada por el progreso.
Soy capaz de subir por las
escaleras para no coincidir contigo en el ascensor, evitando así esas
conversaciones incomodas sobre el tiempo, y cuando te escucho desde mi cuarto
que hace pared con pared con tu salón, hablar con tu amiga sobre una fiesta que
vas a celebrar, y que a lo mejor tienes pensado invitar algún vecino para
familiarizarte con el vecindario, cierro fuerte los ojos, me tapo los oídos y me digo una y otra vez espero que no sea yo,
que no sea yo, cuando vuelvo me encuentro en estado rem, ahí estás otra vez tú,
esta vez en frente mío, en una terraza de París que he rescatado de la escena
de una película, y la conversación es tan fluida, como si se juntaran las
piezas de un rompecabezas sin que necesitasen ayuda.
Verte en la cola del
supermercado, en la de la panadería, en la del video club que han cerrado pero
que hacemos como si siguiera abierto por añoranza, y tirar mano del ridículo para
evitar cualquier encuentro fortuito, como esconderme en la sección X del video
club, o acabar en la sección de cosméticos para señoras del supermercado, o
entrar y salir repentinamente de la panadería como si estuviera chalado o algo
parecido, para luego más tarde quedar contigo en el estado rem, esta vez
estamos en el aeropuerto, en la puerta de embarque, porque hace tiempo que
reserve un vuelo para Montevideo, y allí en el lugar donde habitan las nubes y
los sueños, nos ponen para ver “La ciencia del sueño”, el viaje será largo.
Saludos y gracias
Cómo me gustan estos diálogos de desamor, o de amor ya no correspondido mejor dicho.
ResponderEliminar