Recuerdas la manera que teníamos de poner punto y final a nuestras peleas, enchufábamos la Wii y nos retábamos a un combate de boxeo a nueve asaltos, y el que ganaba le gustara o no le gustara al otro se dictaminaba que tenía la razón.
Disfrutabas mirando a las estrellas, descubrir lo que había ahí afuera, por eso cuando no te encontraba por las noches, sabía que estarías en la azotea observando por el telescopio aquello que nos queda muy lejos de comprender, y a veces cuando te acostabas y yo todavía no había cogido el sueño me decías cuantos ovnis creías haber visto. Y comenzabas a reírte, hasta que me contagiabas y cuando parábamos, era como si de repente todo comenzará de nuevo, no importaba la hora que fuera, nos daba igual si al día siguiente teníamos que levantarnos pronto, o no, tú sacabas las copas, yo abría la botella de vino, y hasta que las manecillas del reloj no comenzaban a girar en el otro sentido, no dejábamos de entrelazar una conversación tras otra.
Decías que éramos polos opuestos, porque a ti te encantaba ver allí, más allá de lo que hay encima de nuestras cabezas, lo inmenso convertirlo en un pequeño punto, y yo en cambio me gustaba hacer grande las pequeñas cosas, por eso estaba tan ocupado en mis ratos libres con el microscopio.
Me enseñaste la misma noche que te quedaste en blanco cuando te pregunte porque no me contabas cuantos ovnis habías visto, como superar los ruidos incómodos que no nos dejan continuar nuestro camino, enamorándonos de ellos, hasta que allí donde antes había un ruido insoportable ahora sonara música, música para siempre.
- Perdona, ¿me habías preguntado algo?
- Sí, ¿Qué cuantos ovnis habías visto hoy?
- Me he dado cuenta, y si lo que hay allí fuera no fueran unos seres diferentes a nosotros, como siempre se ha creído, y si fuéramos nosotros mismos, es decir, ¿Qué pasaría si fuéramos extraterrestres de nosotros mismos?
A mí también me pasó exactamente lo mismo, así fue la primera vez que comencé a pensar en la posibilidad que mi yo, es decir tú existieras, y por lo que veo, los dos tenemos la misma suerte de estar con ella aunque sea en mundos diferentes.
Saludos y gracias
Disfrutabas mirando a las estrellas, descubrir lo que había ahí afuera, por eso cuando no te encontraba por las noches, sabía que estarías en la azotea observando por el telescopio aquello que nos queda muy lejos de comprender, y a veces cuando te acostabas y yo todavía no había cogido el sueño me decías cuantos ovnis creías haber visto. Y comenzabas a reírte, hasta que me contagiabas y cuando parábamos, era como si de repente todo comenzará de nuevo, no importaba la hora que fuera, nos daba igual si al día siguiente teníamos que levantarnos pronto, o no, tú sacabas las copas, yo abría la botella de vino, y hasta que las manecillas del reloj no comenzaban a girar en el otro sentido, no dejábamos de entrelazar una conversación tras otra.
Decías que éramos polos opuestos, porque a ti te encantaba ver allí, más allá de lo que hay encima de nuestras cabezas, lo inmenso convertirlo en un pequeño punto, y yo en cambio me gustaba hacer grande las pequeñas cosas, por eso estaba tan ocupado en mis ratos libres con el microscopio.
Me enseñaste la misma noche que te quedaste en blanco cuando te pregunte porque no me contabas cuantos ovnis habías visto, como superar los ruidos incómodos que no nos dejan continuar nuestro camino, enamorándonos de ellos, hasta que allí donde antes había un ruido insoportable ahora sonara música, música para siempre.
- Perdona, ¿me habías preguntado algo?
- Sí, ¿Qué cuantos ovnis habías visto hoy?
- Me he dado cuenta, y si lo que hay allí fuera no fueran unos seres diferentes a nosotros, como siempre se ha creído, y si fuéramos nosotros mismos, es decir, ¿Qué pasaría si fuéramos extraterrestres de nosotros mismos?
A mí también me pasó exactamente lo mismo, así fue la primera vez que comencé a pensar en la posibilidad que mi yo, es decir tú existieras, y por lo que veo, los dos tenemos la misma suerte de estar con ella aunque sea en mundos diferentes.
Saludos y gracias
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