DÍAS EXTRAÑOS

De fondo una copa vacía, aunque quedan las huellas de los dedos, la marca de los labios, y el olor agrio del Vodka. Un cigarro mal apagado, y un cenicero con una calavera. A lo lejos podemos escuchar los grandes éxitos de un siglo veinte que dejo muy buena música. Y la ruta hacía el infierno de nuevo abierta y esta vez pagando un peaje muy caro.

Tú hoy no estás en esta historia, estoy yo solo, quizás contra el mundo, o mejor dicho contra el mundo a mi manera. Porque estos días han sido días extraños, días con exceso de vinagre, incertidumbre, y un montón de palabras dejadas de decir por miedo a hacer daño.

También ha habido hueco para luces que creía apagadas, dejarme arrastrar por líneas que no son mías y descubrir el placer de intentar extrapolar sentimientos, sensaciones en otras líneas, y es que allí fuera, allí fuera, hay cosas muy buenas, y es cuando te das cuenta que todavía todo no está perdido.

Días de tomar decisiones, de tener que enfrentarte contra lo que va a venir, y no permitir que el destino se cruce por medio y elija por ti.

Días de volver a creer que los ríos no solo arrastran malas hierbas, que las palabras que no encuentro volverán y dejarán su poso, de descubrir que cuando te recuerdan por lo que escribes es lo mejor que te puede pasar. Saber que esto no acabará arrastrándose al fango que es el olvido, ayuda, ayuda, a una vez más a aprender a levantarse, ponerse en pie, y luchar, luchar porque es el único camino que conozco para conseguir.

Y mientras me pregunto que batalla habrá de nuevo abierta en el Jardín del Edén, intento resolver las pistas que estos días extraños me ha dejado por las barras de bar, al llegar a casa y no sentir más olor que el de la soledad, el descubrir que a ratos estoy cansado de esperar en esa sala de espera que es la incertidumbre.

Días donde como antaño, volví a dejarme arrastrar por versos inacabados, por blues melancólicos, tristes y apagados, por mi propia carne para satisfacer ese agrio sabor que es descubrir que cuando llegas a la cama no hay nadie con quien abrazarse.

Y es allí en el colapso de todas estas líneas al borde de las vertientes de caminos que jure no volver a pisar, cuando alcanzo a comprender que necesito escuchar de tus labios que todo saldrá bien. Porque estoy cansado de repetírmelo continuamente, a veces creo que me estoy mintiendo, y eso resulta terrible.

Días lluviosos, embarrados, pero calurosos, por extraño que parezca para la época del año en la que estamos. Una mezcla agrio dulce que a veces resulta pasada de rosca, y otras es tan irónica que da la sensación que desde allí arriba se están riendo en nuestra cara.

Días de notas de piano asombrosamente alegres pero que resultan tan tristes que una lagrima engaña incluso a la propia fachada de tipo duro, y de no tengo miedo a nada aunque por dentro estés cagado de miedo por todo lo que se te viene encima.

Días que más que nunca no puedo jugar al juego de adivinar que se esconde tras tu mirada, tus abrazos, y esos labios a veces apagados, y otras veces dulces como un buen añejo.

Días donde más que nunca tu silencio a mis preguntas resulta insoportable, porque si tú crees en mí, y te agarras de mi mano y te dejas llevar, sé que la utopía volverá a ser posible.

Días que necesito más que nunca el calor de tu cuerpo, desnudarte y acariciarte hasta que estés preparada para que entre dentro de ti y quememos con nuestro fuego particular todas las malas sombras que cubren tu cielo, mi cielo, nuestro cielo.

Días que necesito que comprendas que las cosas serían mucho más fáciles si te sintiera a mi lado.

Días extraños que no sé cuanto perduraran, quizás hay un reloj oculto en un baúl antiguo marcando su tempo, y definiendo así el que fue su inicio y el que será su final.

Quizás días necesarios para volverse a definirse, y prepararse para el mañana, y finalmente no tan tarde como a veces uno piensa llegue esa recompensa que tanto esperamos. Ese mañana donde por primera vez nos sintamos de verdad unos verdaderos héroes, y saber que al final los malos y todo lo malo fueron derrotados para siempre. Porque igual que existe un ojalá para todos nuestros sueños, también debe de existir un final con un para siempre de todas esas malditas cosas que a veces nos arrancan las entrañas y nos vuelven seres inciertos en un mundo lleno de incertidumbres continuas y días extraños en ocasiones.

P.D: A continuación dejo el video clip de un amigo de esos que sientes como un hermano, y que sabes que aunque la distancia a veces duela más de lo que estamos preparados para soportar, sabes y sientes que siempre estará ahí. Pobre Diablo te deseo lo mejor del mundo. Disfrutar de su música, es un placer escucharlo. Como él diría buen karma y buen sexo.




Saludos y gracias

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