LENCERIA



La primera vez que la vio creé recordar que fue reptando cerca de una vieja librería. Ya no existe, claro, ahora es una tienda de lencería barata.

La segunda vez ya iba más encorvada creé recordar, no sabe cuantas cervezas de más llevaba esta vez. Pero estaba seguro que era ella. Igual de guapa, delante de un escaparate. No, no era de lencería.

La tercera vez fue en un parque un atardecer otoñal, el frío ya empezaba a empujar, pero no dañaba. Ella leía, leía una publicidad que a veces intercambiaba por un libro. Quizás era publicidad de una tienda de lencería barata.

La cuarta vez en la cola de un cine, la película la última de Nolan, esta de moda, sabe lo que se hace con una cámara, lo que no recuerda es si a la chica protagonista se le veía la lencería. Eso, sí, ella estaba dos filas más adelante.

La quinta vez, en la parada de un autobús, no le dijo nada. Mejor dicho no sabía que decirle. Pero subió al mismo autobús, para seguirla a cualquier parte. Eso sí, recuerda que en la parada había una chica de esas que no existen en la realidad, artificiales, de confeti, con tan solo dos prendas de lencería, esta creé que no tan barata.

La sexta vez había barullo en la calle, la gente protestaba, creé recordar contra una de las nuevas medidas gubernamentales que recortaban más derechos sociales, están locos estos políticos pensaba él, quizás si cambiaran su lencería por una más barata y sencilla harían las cosas mejor de lo que lo hacen. Ella estaba allí, protestando, manifestándose, luchando.

La séptima vez era en una calle de esas que no son aptas para turistas, a las afueras de la ciudad, allí donde quieren ocultar las miserias que esconde este maldito mundo cuando se vuelve maldito, últimamente demasiadas veces. ¿Qué hacía allí? No importa. Pero allí se cruzaron las primeras palabras. Esta vez no había ni sombra de lencería por ningún lado.

La octava vez paso sin más. En el centro de la ciudad. Fácil, sencillo. Ella primero. “Tú no eres el del otro día....” “Si, ¿Encontraste la calle?” Así empezaron lo que luego les llevo a un café. Allí alguien les repartió propaganda, algo relacionado con lencería, la misma cadena de tiendas que luego provocaría que se cerrara una librería.

La novena ya fue premeditada, se citaron, quedaron, otro café, este más largo que el anterior. Y una frase que nunca olvidara. “La prueba de que este mundo se está volviendo caduco, es que cada vez hay más tiendas de lencería y menos antiguos cines, y viejas librerías”.

En la décima si hubo lencería la de ella, y él aprendiendo a quitársela. Sería la primera vez, pero no la última.

Saludos y gracias

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