Si no estás tú no puedo alcanzar el equilibrio, es imposible, sin ti a mi lado no puedo yo solo, no puedo. Y jamás se te ocurra pedirme que lo intente conseguir por mí mismo porque entonces te agarrare fuerte de la mano y te arrastrare conmigo te guste o no te guste.
He creído encontrarte muchas veces, pero luego resulto que detrás de esos besos que robe, de esos cuerpos desnudos y ese sexo a veces vació otras veces complaciente no te encontrabas tú. Incluso he intentando a mi manera descodificarte a través de las palabras, una y otra vez.
Y el caso es que no sé como eres, no puedo describirte, definirte, ni tan siquiera ponerte un rostro. Pero sé que existes. ¿Serás un mito, una leyenda, el tótem que hace que continué despierto?
Sabes que correría hasta el fin del mundo, sabes que me quitaría todos los miedos de encima por llegar a ese lugar donde te encuentras y aunque quizás no lo sepas me estás esperando. Quizás ese es el problema, como no sabes que me esperas por eso siempre nos cruzamos.
Además no hace falta que te jure que intentare ahuyentar mis fantasmas de encima para siempre, que terminaré finalmente, cuando acabe de librar todas las batallas que tenga que librar de pie, y con el puño levantado demostrando que al final y no sé muy bien como salí victorioso. Porque si hay algo que tengo claro es que jamás me arrodillare clamando piedad y aceptando mi derrota. Prefiero luchar por el camino equivocado que rendirme.
Ojalá pudieras verme, ver que a pesar de que no hago otra cosa que tropezarme una y otra vez, y caer, y volver a caer, hay un instinto dentro de mí que me hace seguir por el camino que una vez empecé a andar. Porque si no me caigo jamás aprenderé a levantarme como es debido, y en ello estoy. Y no, no tendría vergüenza de que me vieras en el suelo, algunas veces tan cansado y apunto de la desolación, otras con las fuerzas suficientes para seguir hacía delante. No, no tendría vergüenza porque estoy seguro que podría contar contigo, igual que sabes que siempre podrás contar conmigo.
Ojalá pudiera tener el don de materializar lo que escribo, ojalá las palabras, mis mejores amigas, fieles, compañeras de viaje allá donde vaya, y que nunca me fallan. De hecho que sería de mí si no las tuviera a mi lado, seguramente sería un gusano con cuerpo de humano. Y me arrastraría por cada esquina deseando en todo momento que la tierra me tragara para siempre. Ojalá ellas, me concedieran el don, ese magnifico don de poder materializar lo que escribiera cuando yo quisiera. Sé que existe ese don, que son pocos, muy pocos los privilegiados que lo llegan a conocer y poseer. ¿Por qué yo no seré uno de ellos?
Si tuviera ese don rebuscaría en lo más hondo de mis entrañas, descifraría cualquier pergamino, jeroglífico que me ayudara a ponerte un rostro, y dar forma a tu cuerpo, a tus virtudes y a tus defectos, porque no quiero que seas perfecta. De hecho, no hay mayor perfección que la que nace a través de la imperfección. Y finalmente te podría invitar a ese café que tanto tiempo llevo esperando. Quizás seas la dueña del próximo café y yo estoy aquí devanando mis sesos, casi al borde de la desesperación por dar contigo, porque ya me harte de esperar y creer encontrarte y averiguar que una vez más no eras tú. Quizás estás más cerca de lo que creo y no lo sé. ¿Te conozco y no te has querido delatar? ¿O quizás estás esperando a que sea yo el primero en delatarse?
Y si alguien se preguntará o me preguntará porque está obsesión, porque está búsqueda y está necesidad de tenerte a mi lado. La respuesta sería sencilla, porque el camino que me queda por recorrer no quiero hacerlo solo, porque jamás aprendí a volar solo y no pienso hacerlo ahora, porque levantarte todos los días y saber que hay ahí alguien detrás de este gran escaparate que a veces es el mundo, y que confía igual en ti que tú confías en ella, es lo que hace que la vida valga la pena. Porque en definitiva, sé que a su lado, acabaré encontrando el equilibrio.
Saludos y gracias
He creído encontrarte muchas veces, pero luego resulto que detrás de esos besos que robe, de esos cuerpos desnudos y ese sexo a veces vació otras veces complaciente no te encontrabas tú. Incluso he intentando a mi manera descodificarte a través de las palabras, una y otra vez.
Y el caso es que no sé como eres, no puedo describirte, definirte, ni tan siquiera ponerte un rostro. Pero sé que existes. ¿Serás un mito, una leyenda, el tótem que hace que continué despierto?
Sabes que correría hasta el fin del mundo, sabes que me quitaría todos los miedos de encima por llegar a ese lugar donde te encuentras y aunque quizás no lo sepas me estás esperando. Quizás ese es el problema, como no sabes que me esperas por eso siempre nos cruzamos.
Además no hace falta que te jure que intentare ahuyentar mis fantasmas de encima para siempre, que terminaré finalmente, cuando acabe de librar todas las batallas que tenga que librar de pie, y con el puño levantado demostrando que al final y no sé muy bien como salí victorioso. Porque si hay algo que tengo claro es que jamás me arrodillare clamando piedad y aceptando mi derrota. Prefiero luchar por el camino equivocado que rendirme.
Ojalá pudieras verme, ver que a pesar de que no hago otra cosa que tropezarme una y otra vez, y caer, y volver a caer, hay un instinto dentro de mí que me hace seguir por el camino que una vez empecé a andar. Porque si no me caigo jamás aprenderé a levantarme como es debido, y en ello estoy. Y no, no tendría vergüenza de que me vieras en el suelo, algunas veces tan cansado y apunto de la desolación, otras con las fuerzas suficientes para seguir hacía delante. No, no tendría vergüenza porque estoy seguro que podría contar contigo, igual que sabes que siempre podrás contar conmigo.
Ojalá pudiera tener el don de materializar lo que escribo, ojalá las palabras, mis mejores amigas, fieles, compañeras de viaje allá donde vaya, y que nunca me fallan. De hecho que sería de mí si no las tuviera a mi lado, seguramente sería un gusano con cuerpo de humano. Y me arrastraría por cada esquina deseando en todo momento que la tierra me tragara para siempre. Ojalá ellas, me concedieran el don, ese magnifico don de poder materializar lo que escribiera cuando yo quisiera. Sé que existe ese don, que son pocos, muy pocos los privilegiados que lo llegan a conocer y poseer. ¿Por qué yo no seré uno de ellos?
Si tuviera ese don rebuscaría en lo más hondo de mis entrañas, descifraría cualquier pergamino, jeroglífico que me ayudara a ponerte un rostro, y dar forma a tu cuerpo, a tus virtudes y a tus defectos, porque no quiero que seas perfecta. De hecho, no hay mayor perfección que la que nace a través de la imperfección. Y finalmente te podría invitar a ese café que tanto tiempo llevo esperando. Quizás seas la dueña del próximo café y yo estoy aquí devanando mis sesos, casi al borde de la desesperación por dar contigo, porque ya me harte de esperar y creer encontrarte y averiguar que una vez más no eras tú. Quizás estás más cerca de lo que creo y no lo sé. ¿Te conozco y no te has querido delatar? ¿O quizás estás esperando a que sea yo el primero en delatarse?
Y si alguien se preguntará o me preguntará porque está obsesión, porque está búsqueda y está necesidad de tenerte a mi lado. La respuesta sería sencilla, porque el camino que me queda por recorrer no quiero hacerlo solo, porque jamás aprendí a volar solo y no pienso hacerlo ahora, porque levantarte todos los días y saber que hay ahí alguien detrás de este gran escaparate que a veces es el mundo, y que confía igual en ti que tú confías en ella, es lo que hace que la vida valga la pena. Porque en definitiva, sé que a su lado, acabaré encontrando el equilibrio.
Saludos y gracias
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