Dicen que el silencio a veces no trae nada bueno, en ocasiones es una tregua antes de que se destape la tormenta, y en otras es la forma que se tiene para ocultar algunas verdades que no interesan que vean la luz. También se podría ver como un medio para escapar de algo que nos acorrala y nos maltrata ya sea físicamente o mentalmente. O por último puede suceder que arrastramos el silencio con nosotros porque hay algo que nos ha hecho tanto daño, que nos ha dejado vacíos por dentro y no tenemos nada que contar.
Quizás eso explique mi silencio durante una semana, el caso es que esta última semana he vuelto a aprender nuevas cosas y me he vuelto a reafirmar en algunas que ya tenia claras. Ha sido una semana intensísima, de esas que vienen sin avisar, y en las cuales más te vale estar atento y en guardia o te llevas todos los golpes.
Me han vacilado con mi puesto de trabajo poniendo en duda mi actitud y mi voluntad, y me han juzgado lo que hago en mi tiempo libre y lo que ello puede afectar a mi trabajo, y eso caballeros un servidor ya no lo ha podido soportar y en su momento dije lo que pensaba sin miedo a posibles represalias. No acepto que se metan en mi vida privada sin mi consentimiento. Por suerte mi jefe (que no fue el que me vacilo. Además le tengo mucho aprecio y no se trata de peloteo) me volvió a reafirmar en mi puesto de trabajo, y a confirmar la confianza que tiene depositada en mi. Lo positivo de esta experiencia, lo bien que se queda uno cuando dice lo que piensa y no se lo calla. Claro, que para ello también ayuda tener la conciencia clara y saber que hasta ahora he cumplido en mi trabajo con nota alta. ¿Qué se puede mejorar? Por supuesto, siempre se puede mejorar en todo y nunca hay que dejar de hacerlo.
También esta semana me ha venido bien para reafirmarme que hay personas que cuando tienen casi en las manos un puesto de mayor poder, la americana les sienta fatal. Se vuelven engreídos, se creen por encima de ti, te miran por encima del hombro y resultan irritantes porque piensan que machacando a las personas, devorándolas con palabras les hace espabilar y mejorar, cuando lo que genera dicha actitud es una hostilidad innecesaria y un ambiente de trabajo lamentablemente muy triste, rompiendo así la armonía que lleva el querer trabajar en grupo y sentirte a gusto con tus compañeros. Siempre he sido de la opinión que las cosas nunca hay que hacerlas con agresividad, con una actitud autoritaria, que es mejor enfocar las cosas desde un lado positivo, optimista y creando unión. De echo no hay mejor forma cuando se quiere enseñar a un grupo de personas el saber y aceptar criticas, saber aplicar la autocrítica en uno mismo cuando sea necesario, sin tener que avergonzarse por ello.
Asimismo me ha permitido conocer a nuevas personas maravillosas, y darme cuenta que tengo mucha suerte con mis compañeros de trabajo, son en muchos casos más que compañeros.
Incluso he tenido tiempo de desmenuzar el mundo, en una de esas conversaciones que entre cerveza y cerveza, te sientes capaz por un momento de poner orden y una cierta lógica a este mundo tan caótico y por un instante te vuelve la esperanza creyendo que quizás un día de estos otro mundo es posible, porque una vez más prefieres derramar una lagrima por la revolución que pudo ser y que finalmente no fue.
Me he pegado un homenaje como esta escrito, una de esas fiestas que al día siguiente (aunque la resaca cada vez resulta más jodida) se te queda un buen sabor de boca y la dejas archivada en el cajón de los buenos recuerdos.
Además me ha servido para darme cuenta o reafirmar que el amor en ocasiones puede llegar a desgastar. Que querer a una persona puede resultar maravilloso, pero a veces, en algunas ocasiones resulta terriblemente difícil.
Darme cuenta que la familia es una mentira, una farsa más de tantas de las cuales componen este mundo. Que el egoísmo es tan grande que cuando actúa le da igual contra quien arremete, ya sea un ser querido y cercano, como tu peor enemigo.
Esta semana me he sentido traicionado, decepcionado y dolorido, como si me hubieran extirpado algo de dentro del alma.
A veces cuando te hacen tanto daño resulta que todo deja de tener sentido, que todo te da igual, incluso por momentos te entran ganas de mandarlo todo a la mierda y empezar de cero, en un destino inacabado, imaginario, irreal, para olvidar, para olvidar..........
“No dejéis de replicar los tambores, no dejéis de vitorear y creer en la victoria, no abandonéis ahora que quizás la derrota se cierne sobre nosotros como una sombra gris y maldita. Porque se va a volver a levantar, se va a volver a poner en pie. Creer una vez más, tener fe, no pongáis jamás en duda su corazón y apoyarle. Que esta vez cuando se levante, será diferente, no será el mismo, vendrá mas fortalecido que antaño. Siempre hay luz y esperanza, nunca lo olvidéis”
Saludos y gracias
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