Le encantaba escribir números
con letras que componían supuestas formulas en una pizarra que tenía aunque no
entendiese nada ni de matemáticas ni de física. Exhalar figuras geométricas, en
las cuales se repetían diferentes niveles de placeres que el exceso de
individualidad había ocultado. Esa caja, ese cerrojo. ¿Cómo volverlo a abrir?.
Tratar de cazar una mosca como si ahí se encontrase las respuestas de la vida
que le desesperaban. Dos copas de vino dulce antes de enfrentarse de nuevo al
insomnio, la masturbación para mentir a la ansiedad. Y una vez más ve a lo
lejos al hombre de un solo ojo caminando con paso decidido hacía donde él se
encuentra para prender de nuevo su hogar, ese estado mental en el que se
encontraba todo lo que una vez tuvo.
Saludos y gracias
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