EN LA PISCINA



No siempre sale guapa en las fotos. Un día estuvo por aquí muy cerca, yo no tuve ocasión de acercarme y comprobar quien era. Ese día el viento soplaba en otra dirección. Tal vez, tenía dormido mi instinto felino, o una vez más la mala costumbre de tratar de atrapar a mi sombra y noquearme en el intento.

                 Se fue la luz del ascensor y desapareció la música. Hay el contorno de unas alas de pájaro flotando en la piscina.

Ya lo sé, la ciudad es un océano de puentes, edificios altos, cafeterías rojas, como aquella a la que fuiste a parar el primer día que llegaste y te preguntabas que hago aquí, porque estoy aquí. Un avión de papel no era suficiente para decidir volverse a ir o quedarse.

                Manchas de pisadas en las escaleras, ¿subían o bajaban?. Hay una silueta haciéndose la muerta y más viva que nunca flotando en la piscina.

¿Cómo lo iba a saber entonces? Incluso ahora, que los celos son esos dedos (los tuyos) que no me dejan que sean los míos los que te desabrochen cada botón de la blusa que llevas puesta. Sería hilar muy fino, pero sin comprenderlo entonces eso fue lo que me llevó a escribir en una servilleta de hojalata: "No te conozco todavía, no me conoces todavía, pero un día estarás acostada en mi cama y dejarás que vea dentro de tu garganta donde nace tu llanto o tu carcajada".  

                Hay dos peces nadando dentro de la piscina porque finalmente dejaron de buscarse en los océanos de asfalto.

Saludos y gracias

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