La habitación tenía las
paredes blancas. Y un agujero en el centro del wáter, estaba todo como tenía que
estar, no había motivo para bajar a recepción y poner queja alguna. Soledad
como todos los bailes que pudieron surgir de las pisadas que dimos en las hojas
secas que cubrían los parques, o en las baldosas de centenares de lugares para
beber, comer, hacer el amor (hablando) hacer juegos perversos sobre la nieve
(en silencio) en el ballet que hay entre sabanas y camas cómodas, dice que solo
faltas tú. Ponme delante una bahía junto a un bote salvavidas, y verás que
fácil será sacar a Pinocho de dentro de la ballena. Geppetto me contó cuando en
un safari (es decir África) la menopausia de los colonos era entretenerse
disparando a animales y gente de otro color, que con un buen instrumental de
madera se podía evitar que Soledad apareciese las noches que ya no daba más de
sí el efecto analgésico de las canciones de Piaf, mientras África desnuda sobre
los lagos donde descansan los cisnes de Tchaikovski se pregunta porque su
nombre tan hermoso arrastra una historia tan triste que parece no tener
final. Pensar en todas las hojas de papel escritas para ti en las cuales ha hecho falta la
muerte de árboles para que no te vayas al olvido, por eso las paredes solo
podían ser blancas.
Saludos y gracias
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