EDIFICIO CON UN LADRILLO ROJO



Te adivino detrás de unas palabras mágicas y la prudencia exasperante de Constance. Pero dejemos claro que Constance no existe. Es como el humo del tabaco y el miedo, se mezclan de una forma extraña y luego se desvanece.

Si la muerte nos viese nos dibujaría hermosos y nos perdonaría la vida. Sería la misma contradicción que aquellos techos hermosos que llegaban tan lejos y a ti te oprimían porque sentías falta de espacio. Busca, busca un edificio con un ladrillo rojo me decías...

Y la sombra de tus pechos desnudos me sigue persiguiendo y como los entretenías alrededor de mis manos de mis labios... Aquello era sencillo, dulce, como debería serlo todo. Aquello iba al menos conmigo, creo que contigo también. Por eso no entiendo porqué te encaprichaste tanto de algún edificio con un ladrillo rojo.

Ahora tú tampoco existes, me lo dice el humo que se desprende de la calada y el temblor de mi cuerpo. Ahora ya sabrás como es Constance.

Saludos y gracias  

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