Vístete para despedirte que me
marcho. No, me quedo así como me has dejado que quien se va eres tú. No te
quiero ver así, por eso la necesidad de alejarme de ti. Este es mi espacio, y
cuando te invité a que vinieses no imaginé que lo dejarías como se quedan las
habitaciones de hoteles solitarias que no han tenido un buen final. No pienses
en otra. No pienses en otro. No me olvides, nunca tendremos nada de nuevo,
nunca jamás, pero no pienses en nadie que no sea yo. Olvídame para que puedas
olvidar tu discurso y vuelve. Olvídame que no quiero hacerte más daño, verte
sufrir. Me quedo, me voy, estaré (porque estoy), me marcho, no me muevo, ¿y si
saltamos los dos por el balcón? ¿O mejor si subimos arriba de los tejados nos
atamos a una antena parabólica y buscamos un canal que nos sintonice?
Todo se desvanece, todo fluye
de una manera que cada cosa y persona que tenía cerca se aleja, observas,
miras, movimiento, células que mueren, células que renacen, todo parece que
tenga una puta dirección, un sentido, un tipo o una voz que desde arriba o
desde un subterráneo con un puto megáfono lo esté dirigiendo todo, una orquesta
vacía pero llena de música, de partitura, de trompetas, contrabajos, percusión,
y luego está ese ritmo achinado de una batería de jazz que nunca sabes de donde
sale, y donde mierdas lo quiere llevar todo, que finalidad busca, y ahí en esa
marabunta de caos, orden, desorden, todo, ese todo que eran las cosas y las
personas que me rodeaban se distancian, hacen lo que creen que tienen que
hacer, enamorarse, buscar un trabajo, una casa, tener niños, ser padres, mirar
los periódicos, mandar mensajes por el móvil, planchar las camisas arrugadas,
hipnotizarse con los envases publicitarios, dormir, cagar, limpiarse, ir algún
restaurante para comer algo, cruzar océanos para encontrarse, y una vida que
como una puta peonza únicamente da vueltas sobre su eje y no avanza, no avanza.
Todo es una fase, el amor, el
desamor, la soledad, estrangularse horas y horas en un trabajo detestable, el
avanzar por la calle dar la mano a un desconocido y aceptar sus caramelos, no
querer abrir los ojos y ver lo que ocurre debajo de las alcantarillas, sentir
la vida como un hermoso blues, querer a los padres, no entender a los padres, a
los maestros, a los tiranos, convertirse en padre, convertirse en Robinson
Crusoe, aullar como lobo estepario en el extranjero, ser extranjero, no saber
que se es, descubrirse, equilibrarse, perderse, sentir frío (que empieza por
los pies) y no tener cerca el calor humano para sentirse protegido, ser el
calor humano que protege, morir y avanzar al siguiente nivel, como en los
videojuegos.
Sin gluten, con gluten, lúpulo,
mucho lúpulo, negación al trigo, pancartas contra los campos de trigo, campos
de arroz nostalgia, mucha nostalgia a través de la ventanilla de un viejo tren
de cercanías, campos de maíz igual a aterriza una nave de otro planeta, un
granjero a su señora la granjera ¿Qué habrá dentro?. Un perro que corre detrás
del coche que le ha abandonado en la calzada de una carretera secundaria, un
perro y un niño que todavía no sabe hablar mejor comunicación que dos adultos
que saben hablar cumpliendo correctamente todas las reglas gramaticales. Si
todos mueren nadie vive. Si todos viven nadie ni nada mata a nadie. Pero eso
excluye también: ¿La tortura? ¿La mutilación? ¿La violencia domestica? ¿Las
enfermedades crónicas? ¿El maltrato animal? ¿La explotación laboral? ¿El fin de
la lucha de clases?
Vístete despacio que tengo
prisa... Las respuestas como las preguntas debajo de los pies de las farolas.
Ojalá este verano cuando volviste no me hubieses dicho lo que me dijiste y no
te hubieses vuelto a ir, tal vez entonces este invierno no se estaría haciendo
tan largo.
Saludos y gracias
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