Has cerrado el portátil,
apagado el teléfono y solo escuchas el silencio de la noche, una opción
agradable es creer que Chopin vuelve a tocar el piano, y dibujar las calles de
tu ciudad que mejor recuerdos te traen, o leer libros de Kapuscinski y darte cuenta
que el mundo puede llegar a ser tan pequeño y no conocemos una mierda de sus
miserias, de sus cosas hermosas.
Siempre creíste que la mano
que sujeta el candelabro indagaría por tu cuerpo, se arrastraría por debajo del
camisón, soplando tu nombre como si cumplieses años cada segundo que pasaba y
nunca te volvías vieja, te llegaban a la memoria las películas de Drácula, la
oscuridad anidaba en tu piel, pensabas en los posibles orgasmos allí en las
butacas más alejadas de la pantalla, mientras el rollo de la película seguía su
curso y pensabas igual que ahora: yo tampoco sé lo que es el amor.
Saludos y gracias
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