Tengo que reconocerlo no iba
mal encaminada aquella voz que rezaba que la muerte debe de ser un escote
insinuante que se tiene prohibido alcanzar. La cantante desnuda con la mirada a
todos los presentes y se burla de nosotros. El barman me promete que si me pido
una copa más me contará que bien le va con Marilyn Monroe en sus sueños. Mi
cara de mala leche y el gesto torpe de imitador de mafiosos con asuntos
pendientes por resolver va dirigido hacía el pianista. ¿Por qué lo odias tanto?
Me pregunta el barman. Sencillo, se llevó a la chica de la que tenía pensado
hablar cuando preguntasen porque últimamente se me nota tan feliz. Pero hay que
admitir que el cabrón sabe bien lo que se hace... No le puedo quitar los ojos
de encima a quien acaba de entrar por la puerta con un vestido azul ajustado,
escote insinuante y se parece tanto a la cantante que no sabría distinguirlas.
Todo el envoltorio me lleva a creer que soy un héroe, me llaman por teléfono
para resolver el asesinato de un tal Garrison en el cruce con la calle 22. Tal
vez vaya demasiado borracho o el pianista haga su trabajo mejor de lo que
creía.
Saludos y gracias
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