Entras por la puerta y recibes
el mismo beso de siempre, aire vacio producto de tus propias lágrimas de
cocodrilo. El diamante que soñaste encontrar se quedó en tierras muy lejanas.
Compruebas el correo si por casualidad a parte de facturas y publicidad hay
algo que pueda desatar los deseos que condenaste encerrándolos en unas botellas
que se te olvidó tirarlas al mar a ver si por casualidad alguien las encontraba
y las abría. Hay días como hoy que prefieres ser un dibujo animado. Vivir una
historia entre viñetas y diálogos de bocadillo. Que alguien te despeine con
unas manos que te ofrezcan seguridad, estabilidad y cariño. Tu gata maúlla, se
te acerca, se le acabó la leche de su cuenco, y le entró algo de hambre,
también si le aseas su caja te lo agradecerá con esa indiferencia que te es tan
familiar, que te asusta tanto las noches que te levantas y descubres que una
vez más no hay nadie al otro lado.
Bajarás al pub, creyendo que
tal vez esta noche encontrarás alguien que te lama las heridas, te de cobijo
por unas horas, te haga sexo lleno de mentiras y tire de esa forma tierra al
hueco que se te ha creado, llenando el vacío de ver que por más que abras la
ventana, no hay nadie que se cuele volando para rescatarte. Te arreglas y
cuando te ves en el espejo por un momento te entra pánico, el espanto dura un
solo instante. Luego te pones uno de tus mejores vestidos, y cuando llegas ahí
donde has ido más de una vez, pides lo de siempre, y en una de las mesas del fondo,
hay un tipo que le hubiera gustado haber aprendido a tocar la guitarra para
ponerle música a las letras tristes que escribe y como las patas de una
garrapata se le agarran a la piel y no le sueltan, bebe solo, y como a ti también
le sucede que se le olvidó tirar las botellas llenas de deseos al mar, en su
caso por miedo a descubrir que nunca nadie las destapase.
Saludos y gracias
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