Él estaba intentando salvar el
mundo en Oblivion, nadie le entendería si él dijese que tenía un encuentro con
una antigua elfa que había ido a visitar a una posada. Seguramente se
desconcertarían y le mandarían a la mierda. Afuera en ese otro mundo (su mundo)
todo estaba ardiendo, los caballos de las cuadras andaban nerviosos, una guerra
se acercaba, y él quería antes de ponerse las grebas, y el resto de partes que componían
la armadura, vestir la espada al cinto e ir a evitar como pudiera que le
cortasen la cabeza, y salvar todo aquello, como los héroes que llevan capa y
pueden volar, una última noche con aquella belleza de orejas puntiagudas,
imaginar que detrás de unas cortinas y unas cuantas cervezas después y cuando
ya no quedase nadie más en la taberna o quizás únicamente dos borrachos
dormidos sobre las mesas, le volvería a hacer el amor, o se lo haría la elfa
cuando ella a horcajadas encima de él, agarrase su miembro duro y lo entrase
dentro de ella, y volver a sentir una vez más el calor de sus muslos, tal vez
la última, por eso quería salvar el mundo para que no fuese así.
Guardó la partida, era hora de
quedarse dormido junto a ella, antes de que despertase el alba, alguien había
llamado a la puerta, miró por la mirilla era el de la pizza, le pagó, volvió con
la caja al comedor, fue a la cocina, sacó una coca cola, y entre bocado y
bocado le daba sorbos, tenía en su mente el campo lleno de amapolas que siempre
soñaba cuando estaba durmiendo junto a ella, y deseaba que algún día allí, cuando
la paz fuese posible, construir en ese lugar tan hermoso su casa para ellos
dos, al margen de todo, solamente ellos dos, ya era hora de despertarse y
despedirse de ella, entonces ocurrió, hubo un apagón y todo su mundo hizo off
de repente, una sensación de vació le recorrió por el espinazo, nunca se había
sentido tan perdido y solitario.
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