Si el infierno era subir o
bajar por esa escalera que no llevaba a ninguna parte hasta dar con un salón de
baile encima de un lago lleno de cisnes Tchaikovski revelándose como un
astronauta que no teme a bajarnos la luna a través de su música y tú estabas
ahí con tus pies de niña en un cuerpo de mujer en punta haciendo figuras
extrañas mientras te deslizabas por aquel escenario y después de que viésemos morir
todos los pecados y perversos prejuicios en copos de nieve que caían y nos envolvían
igual que hacían nuestras manos en caricias antes de alcanzar tu desnudez y
prolongar el deseo del amor hasta que cayera la gran bola de fuego que hiciese
arder al infierno.
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