Temporizar la amarga
sensación, no dejar que nos absorba, la cruel sensación de que llegan las
espirales de terror sobre la mente, envueltas en trajes oscuros e incluso
alguna de ellas con guadañas, y ahora la calma... El arrecife de coral...
Se caen los puentes que
construimos, no sé cómo interpretarlo, la luz negra que quiere sembrar
oscuridad, el abismo debajo de nuestros pies, y los ojos de los monstruos
acechando desde abajo, y ahora el salto de fe... el fin de la metamorfosis...
la ruptura de la crisálida... y a volar...
Llegan, ya están aquí, ¿Cómo
salir si nos encerraron antes de nacer?, aquí están los días extraños, los días
raros, tal vez, tal vez, esta vez no se trate de correr, de estallar, de huir,
de gritar (y siempre gritar) sino de abrazarlos y a lo mejor cuando descubran
que no los tememos, se equilibrará el balancín, el bien y el mal, dos cuerpos
contradictorios, los dos polos de un imán...
Y quizás sea entonces cuando
estiremos del lazo que lo que encontremos detrás sea mejor de lo que esperábamos.
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