Tú te saltabas cualquier ley
incluyendo la de la gravedad si hiciese falta con tal de subirte a alguna
pirámide de Giza y fotografiar el mundo desde esa distancia, siempre de día,
antes de que oscureciese y caminaran los seres espectrales y los no muertos por
el abismal desierto, llegar a casa, continuar la lectura de tu libro de la
mesita, volver a leer una y otra vez la página 56, la majestuosidad del miedo y
el terror tan bien relatado, que a veces casi te creaba orgasmos mentales.
Yo como era un monstruo hacía
lo mismo pero por la noche, cuando se apagan las luces, y solo queda oscuridad
infinita e invariable, densidad negra como abrigo del mundo, y mis dientes
seguían asustando en alguna barra del bar de antros que aceptaban a tipos raros
y extraños como yo, geometría de la confusión, antes, antes de que amaneciese
huída y a leer el mismo libro que el tuyo que se encontraba en mi mesita de
noche y mandar mensajes telepáticos.
El mal y las tinieblas paraíso
fiscal, están invadidos por sombras chinas que navegan creando figuras dispares,
volver a la obsesión ese salto infinitesimal que nos arrastra sin seguir ningún
tipo de constelación, replegar las alas y aturdimiento parcial o total, con
sondas microscópicas poco a poco alcanzar tu latitud, atracción animal, como
seres depredadores, puntos rojos la única luz que te lleva hasta mi sueño, ahí
navegar por las alturas y pasajes que te enseñan tus fotos desenfocadas
provocadas por mi invasión desde el otro prisma piramidal que marca la noche de
Giza, eternidad y colapso, temblores y emigrar a un mundo desconocido completamente
por las vibraciones de tus sentidos primitivos.
Descender hasta el subterfugio
que se encuentra detrás de las arenas oscuras que rodean a Giza y dejarte
llevar, mi mirada de ser extraño, no te asustes demasiado que ya has caído en
la red de estas corrientes, aquí todo se evapora demasiado rápido si te ves
paralizada por el miedo y tan solo, tan solo si te quieres salvar de esta
ofuscación será a través del mar o de mis dentelladas, tú tendrás la opción, la
última palabra, y lo decidirás cuando vuelvas a despertar si vienes corriendo
detrás de esa sombra que te encontraste en el mundo onírico y trasplantarlo
hasta tenerme a tus pies algún día que despierte el alba por el lado opuesto de
Giza, o en cambio huyas y decidas no dormir nunca más y acabes convirtiéndote
en insomnia.
Saludos y gracias
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