Es complejo entender el dolor
humano, a veces uno siente que nos lo han arrebatado de nuestra alma, de
nuestra subjetividad, de nuestro yo y lo han insertado en un mecanismo bien
definido, que lo alargan sus medios de comunicación, su propaganda, esa que
otorga los “beneficios” del poder, de tener la sartén por el mango y que tan
solo ellos puedan definir cuando el huevo frito está listo para trasplantarlo al
plato, o dejarlo todavía en el aceite caliente.
Y me quedo mirando a la pared
blanca, sin saber dónde poner las palabras adecuadas, ¿Cómo romper ese
mecanismo que ellos engendran y bautizan? Sentir que una desgracia como una
explosión, una bomba, muertes, muchísimo dolor y sufrimiento, puede por un lado
arrancarte un pedacito del alma, supongo que eso nos hace sentirnos humanos,
pero por otro lado crea rabia por los medios y formas que utilizan para
comunicar esa desgracia, como si construyeran una escalera maldita donde algunas
atrocidades aparentasen tener más valor que otras. Si se supone que la muerte
nos hace a todos iguales, y ahora resulta que también se crea desigualdades a
partir de este punto, ¿Hasta qué lugar piensan dirigirnos?
Claro que me arden las
entrañas viendo lo que ha sucedido en Boston, de la misma forma que lo hace lo
que sucedió en Afganistán hace pocos días, pero está esa impotencia, que se me
mete dentro y no consigo controlar, ese drama humano que me recuerda que esas
desgracias no vienen solas, ¿Alguien ha puesto en jaque las animaladas que
sigue acometiendo la OTAN, las guerras o los genocidios? ¿Buscar soluciones a
los suicidios que producen los desahucios? ¿Las balas que siguen matando todos
los días? ¿El hambre invisible que acaba de una manera terrible con tantos
seres humanos? Y entrar en esa espiral de creer que no hace falta dibujar el
fin del mundo, porque ya lo estamos viviendo.
Lo sé cariño, esa espiral no es un lugar
habitable, y claro que hoy como otros días me gustaría una vez más prestar atención
solo a esos pequeños detalles que nos ayudan a construir un presente y un
mañana mejor, a reírnos de las fatalidades y seguir disfrutando de una cerveza,
de un paseo, una película, o simplemente estar a tu lado, y encontrar el azar
en tus labios, que me ayudes a olvidar lo que me hace daño, a no entrar dentro
de esta espiral o contar alguna historia que me sobrevuela la cabeza y me haga
feliz, pero me gustaría tanto acabar con ese mecanismo que nos impide
acercarnos a ese dolor de esos seres humanos que nos son tan desconocidos y
tienen tanto derecho a vivir felices como lo tenemos nosotros.
Saludos y gracias
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