No quise decirte adiós, los
trenes se agolpaban esperando a que nos subiéramos a algún vagón, y viajáramos
algún lugar sin importar cual, supongo que el destino es cruel cuando te bailo
el agua y tú te alejas de ella con el silencio, hasta dejaste de dibujarme
palabras.
Nadie será capaz de venir y
decirme que esto tan solo se trata de un mal sueño, que mañana tú dejarás de
existir y así no tendré que sufrir tanto, porque decirte adiós es utilizar el
recurso del olvido, es no volverme a imantar al color de tu pelo, a tu olor, y
dejar que haya atasco en los trenes y en los vagones que nos esperan.
Habrá que decir adiós a la
estación, a las palmeras de plástico, a ser cristal para que no me rompa con
tanta facilidad, a las canciones que solo hablaban de nosotros, a los asteriscos
que guardaban dentro zarpazos de odio y amor por igual.
De todas formas el baile no
terminará nunca, sabes, el maldito baile seguirá su progresión inestable, su
configuración pensada para nosotros dos, y si hay sangre que brota como lagrimas,
el jodido baile no parará aunque te diga adiós y tú, tú, no hagas nada por
evitar no irte y que yo me vaya por caos de onda expansiva. El baile será al
final una triste borrachera.
Saludos y gracias
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