Supongo que los negocios le
irán como siempre, como una montaña rusa, a veces ahí arriba, con el traje
blanco, inmaculado, recién planchado, dándole vueltas al bastón con una mano y
jugando con el bombín en la otra, y diciendo a todo el mundo, pasen, pasen,
miren lo que he conseguido amarrar y dar de comer a un Tiranosaurio Rex. O las
otras, caminando cabizbajo con su traje gris, fumando como si tuviera que
ocultar algo, aliento de perdedor, y prometiéndose en una mesa de mala muerte
que las próximas cartas serán mejores.
Javier nunca supo realmente a
que se dedicaba su padre, todavía recuerda el día que le preguntó a su madre, y
ella le respondió hay respuestas que son mejor que nunca sepas, y no quiso
darle más vueltas, sabía que no era mala persona, y no estaría metido en
asuntos muy turbios, pero esa clase de secretos, como tantos otros que se iban
acumulando en su casa le mataban, era hijo único y a veces se sentía hasta
huérfano, y eso que reconoce que ambos, tanto su padre como su madre lo
intentaron hacer lo mejor que podían, pero no fue suficiente, por eso el día
que tuvo la oportunidad de cambiar de ciudad y comenzar de cero, para él fue la
liberación que necesitaba.
Estaba en lo cierto, fue lo
mejor que les pudo pasar, la distancia acerco una relación que estaba fría, y a
veces parecía bloques de hielo, y aunque uno nunca quiere que ocurran cosas
malas, a veces, tan solo a veces, traen buenas cosas, es la prueba de que Dios
se equivocó muchas veces con los trazos que hizo a la hora de dibujar este
mundo, una frase que siempre quiso Javier decírsela a la cara de algún cura que
amamantaba poder a través de una mentira, y tristemente había muchos de ellos.
Como decía, fue el divorcio que tuvieron sus padres hace casi ya un año, lo que
todavía había ayudado más acercarle en cierta manera a cada uno de ellos,
especialmente a su padre, por eso quizás no estaba resultando tan mal como
pensaba la cena en el restaurante y no era tan mala idea que se quedará en su
casa a pasar unos diez días. Lo que no se esperaba era, que nada más girar la
esquina y entrar andando en la calle donde estaba su edificio, encontrarse a
Eva esperándole en el portal de su casa.
Continuará....
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