No sé donde debería estar, no
me ubico, me transparento en el cristal
de la ventana, y el de detrás me mira con esa sentencia clara y que abrasa por
dentro, que haces perdiendo el tiempo. Es un juego de dos personajes que vinieron
de la misma cepa de origen, mamaron de la misma teta, y cuando comenzaron a
gatear en cierta manera ahí fueron cuando comenzaron a distanciarse, ahora lo
que les queda en común, es mucho, por supuesto, pero ambos son conscientes, que
tan solo cuando uno de los dos esté en el fondo del pozo, el único bípedo que
le puede ayudar a salir es el otro, el de detrás del espejo.
Ahí, instalado en su misma verticalidad y
horizontalidad, suficiente viéndola hacer lo que le haga feliz en su tiempo
libre, que se gire para comprobar que sigo ahí, que no me he ido, y con una
sonrisa me haga saltar una lagrima, caer sobre sus piernas recogidas y apoyar
ahí la cabeza, que genere caos, dudas, abstracción, liberación, mucho, mucho
sin sentido con su mano sobre mi pelo, mirarla a los ojos fijamente, y decirle,
de aquí no tengo pensado moverme, me quedo para siempre.
Saludos y gracias
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