No cesan los ruidos de
helicóptero, subyace dudas, preguntas, las hélices no dejan de dar vueltas, y a
Javier le viene a la cabeza la canción de Víctor Jara “A Cochabamba me voy” con
ese Ratatatata era mentira que se acabaron las guerrillas. De repente silencio,
tan solo el murmullo de otras mesas, el sonido de los cuchillos cortando la
carne, y un pequeño desvío a las utilidades del cuchillo, a sus tamaños y
formas, múltiples, grandes, menos grandes, normales (¿Qué es eso?) pequeños,
medianos (para hobbits) diminutos, de punta, redondos, de sierra, y dentro de
sus variables usos, un elemento imprescindible dentro del pack de supervivencia
para una isla desierta, pero también tiene su lado oscuro, la inutilidad de
matar con él a otro ser humano, por no acentuar y adjetivar con otras palabras
tal acto degradante, que sería desolador comprobar que tuviera algo que ver con
la herencia genética, el camarero se acerca para comprobar que todo está a su
gusto, ya conocen a Javier, es el mismo restaurante que hoy ha traído a su
padre y donde normalmente se cita con mujeres que son de cuatro o cinco
encuentros casuales, interacciones conectadas a un sin futuro, nunca ha traído
a ninguna chica que sea algo serio para Javier, es decir, nunca ha venido aquí
con Eva, de repente unas escenas de una misma película se enfrentan a él sin
avisar.
Muchos años atrás.... (En el
cuarto de Javier, mientras estaba jugando con muñecos y otros artilugios)
-
Estás jugando hijo, eso es bueno, ayuda a
desarrollar la imaginación y potenciarla, eso te ayudará mucho más de lo que
crees cuando seas mayor.
-
¿Quieres jugar conmigo Papá?
-
Me encantaría, pero hay dos tipos de hombres,
los que todavía llevan consigo un trozo del Peter Pan que fueron en su momento,
y los peores, los que nos hemos olvidado de jugar y como divertirnos, los que
ya no tienen nada del Peter Pan que fueron, y tristemente yo soy uno de ellos.
Pero tú, tú, debes de ser de los primeros, nunca olvides a tu Peter Pan interior.
(En la misma habitación una
mañana de sábado)
-
Ya me ha dicho la Mamá que habéis ganado cinco
cero, me alegro mucho por vosotros, yo sabía que seríais un buen equipo, y
además campeón has marcado un gol, así se hace. Ahora tendrás que celebrarlo.
-
¿Papá, por qué no vienes nunca a ver mis partidos?
-
Hijo, debes de saber que me encantaría, pero si
yo fuera a veros perderíais y las cosas no irían tan bien como os ha ido esta
mañana, porque aunque no me gusta serlo, pero soy gafe, así que es mejor que me
quede al margen de algunas cosas, para no traerte mala suerte.
Continuará…
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