Al fin sopla algo de aire, y
no es de poniente, una lluvia fina atasca el hilo conductor de esta historia, y
con los cristales mojados, me llega el recuerdo de tu pelo oscuro empapado, era
una de las primeras tardes de Febrero, subías las escaleras más rápido que si
hubieras tenido que esperar a que el ascensor se pusiera en marcha, bajase y luego
volviese a subir contigo encima mientras leías máximo 300 kilos y 4 personas.
Llevabas puesta la blusa
blanca que te regalé porque pasamos por al lado de ese escaparate y me dijiste
como el que declara deseos imposibles que bien me quedaría esa blusa, y estaba mojada
como tú y te marcaba los pezones, te desabrochaba los botones y sujetaba con
mis manos tus pechos duros mojándolos con mis labios, me decías pon, pon esa
maldita canción que has hecho que no me pueda quitar de la cabeza, y lo
siguiente que recuerdo son tus manos sosteniendo mis testículos, palpar y
acariciar la erección que subías y bajabas antes de acercarla a tu sexo húmedo,
y callar luego con nuestros jadeos los bostezos de la noche, terminar abrazados
y volver a escuchar una y otra vez esa canción que al final dejaste de
maldecir, incluso acabé dándote el disco, sabes al final conseguí verlos en
directo, quizás la próxima vez te encuentre en uno de sus conciertos.
Saludos y gracias
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