No te lo creerás, pero me sale un reflejo, una instantánea cuando pienso en ti, no lo puedo evitar, es un error inevitable, ya hemos hecho demasiado caso al qué dirán, a lo que es correcto y a lo que pertenece a un mapa con guión establecido, así no se puede recorrer el mundo, la clase programada no está hecha para nosotros, hay que romper el molde, la etiqueta del envase, el código de barras que nos impusieron como un chip genético.
No hablaré del frío, los veintiséis bajo cero de esta mañana agotan, congelan el bienestar de las cosas, es algo así como escribir frases sin un sujeto predestinado de antemano, dices que desde que empezó el año me has visto desempolvar viejos libros de Marx, ojalá no me hubiera visto obligado a hacerlo, pero sabes, lo sabes perfectamente, en el fondo deseábamos que nunca tuviera razón, que estuviera equivocado, pero no ha sido así, no es necesario que te cuente una vez más los tiempos que corren, eso sí que congela al mañana.
Lo mejor, lo mejor de este frío, es que es promiscuo para tender a la melancolía repentina de los mejores recuerdos, a la nostalgia fácil que nos vacila el presente y durante un paréntesis más allá que infinitesimal olvidamos que es el estado ideal para romper los límites que se presentan como gigantes de hierro delante de nosotros.
Hagamos lo que una vez hablamos cuando íbamos más que borrachos, descubramos el lugar que marcamos como una X en el mapa de nuestro tesoro particular, desarticulemos la relación que nos lleva a intuir una y otra vez, esto, esto es imposible, el otro día vi en un escaparate de rebajas invernales el vestido de seda ideal para disfrazar tu cuerpo y desnudarlo mordiendo allí donde gritas agua y te sientes tan agustito, ahí donde está el calor que hace falta para prender estos días llenos de frío.
Saludos y gracias
No hablaré del frío, los veintiséis bajo cero de esta mañana agotan, congelan el bienestar de las cosas, es algo así como escribir frases sin un sujeto predestinado de antemano, dices que desde que empezó el año me has visto desempolvar viejos libros de Marx, ojalá no me hubiera visto obligado a hacerlo, pero sabes, lo sabes perfectamente, en el fondo deseábamos que nunca tuviera razón, que estuviera equivocado, pero no ha sido así, no es necesario que te cuente una vez más los tiempos que corren, eso sí que congela al mañana.
Lo mejor, lo mejor de este frío, es que es promiscuo para tender a la melancolía repentina de los mejores recuerdos, a la nostalgia fácil que nos vacila el presente y durante un paréntesis más allá que infinitesimal olvidamos que es el estado ideal para romper los límites que se presentan como gigantes de hierro delante de nosotros.
Hagamos lo que una vez hablamos cuando íbamos más que borrachos, descubramos el lugar que marcamos como una X en el mapa de nuestro tesoro particular, desarticulemos la relación que nos lleva a intuir una y otra vez, esto, esto es imposible, el otro día vi en un escaparate de rebajas invernales el vestido de seda ideal para disfrazar tu cuerpo y desnudarlo mordiendo allí donde gritas agua y te sientes tan agustito, ahí donde está el calor que hace falta para prender estos días llenos de frío.
Saludos y gracias
...tienes razón, mi mapa, mi tesoro, mi x, juraría que lo había dejado en el estante de cosas no pendientes...
ResponderEliminarSiempre es bueno tener una especie de baúl de los recuerdos para esas cosas
EliminarSaludos y gracias por tus comentarios
Cuantas veces volvemos al lugar X y no es el mismo
ResponderEliminarAbrazo
Es cierto, ningún lugar vuelve a ser exactamente como lo recordábamos, siempre, siempre hay algo diferente. Quizás sea porque nosotros hemos cambiado.
EliminarUn abrazo
Gran entrada!!!!
ResponderEliminarcógete una mantita y tápate!!! y empieza a soñar...
Jajaja, Sí, con este frío es cuando uno vuelve a recordar la gran función que tiene una manta y que gran invento ha sido!!!
EliminarQué belleza de letras... me encantó esta entrada, gracias!!
ResponderEliminarGracias a ti por pasarte por aquí y leerlas. Se agradece muchísimo.
EliminarSaludos