SOBRE LA RESIGNACIÓN Y LA OBCECACIÓN

La resignación es una variable de la obcecación, es decir cuando esta última asume su derrota, ella, aparece la primera. Ni una ni otra, me digo muchas veces. El otro día desde las alturas, allí en el traslado aéreo que enlaza el este de Europa con el este de España.

Recuerdo que a mi lado una chica sumergida en la adolescencia, se paso casi todo el vuelo chupándose el dedo gordo de la mano izquierda, como si quisiera recuperar una infancia ya perdida, como si no quisiera avanzar, para qué... a esas edades a veces se piensa en eso, para qué hacerse mayor.... y muchos cuando nos hacemos mayores todavía nos lo seguimos preguntando, para qué.... la resignación de lo evidente, el crecer, nos guste más o nos guste menos.

Recuerdo que mientras volvía a leer a Carvalho esta vez en Buenos Aires (él, no yo), me preguntaba de nuevo por qué quema libros, y por qué dejo a Biscuter en Barcelona, se le echa de menos. A lo mejor hay algo de resignación en ver arder libros, una obcecación personal, quizás la culpa de todo lo tuvo el asesinato de Kennedy, es tan fácil señalar siempre culpables a las causas de los hechos imperfectos.

Recuerdo que pensaba en ti, en que eres con la única persona que no me aburro y que ahora que no estás no sé qué hacer, he llegado a ese punto, terrible, en el cual otras personas no me aportan nada, escucho, callo lo que pienso, y muchas veces hago como que escucho. Y si hablo emito palabras sin ser consciente de ellas, como si pusiera un piloto automático. Algo así como un letargo consciente e inconsciente, superficial, y bien lubricado para que duela lo menos posible. Producto de aplicar una resignación a tanta suciedad que mancha lo que podría haber sido si...

Recuerdo que pensé en hacer una foto sobre una foto tuya, porque así quizás era una forma de tenerte más cerca, de aprender a llevar mejor la resignación de no poder tenerte a mi lado. Porque, tú, sabes, la distancia, es eso lejanía, y adopta unas formas, unas líneas contrapuestas que siempre andan torcidas, incompletas, como si les faltara algo, y ese algo es la cercanía, el poder que da juntar dos labios que se quieren probar, enseñar, explicar. Eso es posible cuando estás aquí, ahí, allí, donde sea, no importa el lugar, aunque si importa....

Recuerdo que me repetía una y otra vez que se me atragantan las mentiras de algunas personas del Facebook, el arte de la doble cara, que maravilloso villano, y que hijo de puta a la vez, y cuantos aprendieron de él, demasiado, y demasiados. Esos perfiles, esas medio mentiras, ese exponer nuestra vida como si necesitáramos un gran hermano igual que el del 1984, ese relleno de la insatisfacción cotidiana, quizás esa obcecación a no querer aceptar cierto aislamiento social.

Recuerdo que me lo enseñaste en el poco tiempo que llevamos juntos, que mis obcecaciones personales a veces me pierden, que mi lucha solo contra imposibles no tiene ningún sentido, que me obceco demasiado con mis diablos, mis fantasmas, los suyos, que al final son míos, porque así de cabrones son ellos. Tal vez debería aceptar adaptarme al medio, aunque el medio no me guste, me desagrade, es decir saber resignarme al medio.

Recuerdo que aterrice, y que me dije ojalá te encontrará ahora esperándome en el aeropuerto, igual que otras parejas se esperaban entre si, y te busqué con la mirada, con la esperanza de encontrarte aunque sabía que era imposible, y al final no me quedo más remedio que resignarme a saber que durante un tiempo tú estarás allí y yo en ninguna parte.

Saludos y gracias

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