DOLOR DE HUEVOS Y OTRAS COSAS MÁS DULCES

Imagínense conmigo lo que les voy a contar a continuación. Una mano, por ejemplo la que te da de comer. Aunque puede ser cualquier otra... Ahora continúen imaginando esa mano que sin motivos aparentes, y sin argumentos con peso, agarra tus testículos, tu bien más preciado, tus huevos de oro, y los comienza a apretar, los estruja de tal manera que notas como crujen, como se hacen pequeñitos, como sobrepasan tal punto de ebullición que sientes que están a punto de explotar. Hasta que finalmente alcanzan un lugar tan alto dentro de la escala del dolor, que parece que lleguen hasta el infinito de lo insoportable.

Eso sería el resumen de lo que han sido estos últimos días (todo lo que llevamos de Febrero) un dolor de huevos intolerable, injusto e injustificado. Ahora que parece que todo vuelve a la normalidad ¿Aunque que significa realmente tal concepto? He decidido dejarlos al margen, allí en un lugar lo más cerca posible del olvido, al menos durante un tiempo. Hasta que el bloqueo se vaya y de paso a la lucidez. Porque lo que está claro es que un dolor de huevos tan sádico no se puede olvidar así como así. Hay cosas que jamás se pueden....

Pero por suerte no todo ha sido dolor de huevos. Incluso se podría decir, aunque suene raro, y harían falta muchos matices y detalles importantes para explicar lo que voy a escribir a continuación, que al margen de este dolor de huevos, se creó una especie de onda expansiva que dio lugar a que se produjeran cosas, situaciones hermosas, más dulces que el amargor de un dolor de huevos.

Esas pequeñas cosas que a veces sin querer olvidamos y que cuando vuelven a suceder nos recuerdan el porque vale tanto la pena disfrutar de esta vida perra por momentos, y awesome en otros tantos.

Ahí tenemos esas pequeñas cosas que ayudan a que todo cobre un cierto sentido:

I

Mensajes de animo, gestos de apoyo, descubrir que no estás solo, palabras que no hacen falta decir porque lo expresan de una forma que jamás por más que cueste admitirlo llegaran las palabras a alcanzar tal punto de emotividad.

II

Sencillo y simple, humilde, nada sofisticado, el ritual de preparar una cena, en este caso una tortilla de patatas, unas cuantas botellas de vino, unas cuantas cervezas, unas risas, anécdotas, una jugosa sobremesa, una jenga, diversión y una borrachera de las que da gusto, de las que deja un buen sabor de boca. Todo ello compartido con personas que son muy importantes para ti, que lo que tienes con ellos va más allá de la amistad.

III

Simplemente estar con ella, y convencernos mutuamente aunque vivamos sobre la fina línea de la incertidumbre que todo va a salir genial. Disfrutar, sobre todo disfrutar el uno del otro, el otro del uno, y en común. Porque en definitiva aprender a disfrutar es tan orgasmico como saber reírse de la vida, o tener sentido del humor.

IV

La comida japonesa. El Sushi. Especialmente los Maki. Esos “mini rollitos de Sushi” bañados en salsa de soja, e introducidos suavemente y sin prisas en el paladar, traspasando la aduana de mis papilas gustativas, y dando el visto bueno. Con ganas de que sea eterno, de que no se acabe ese breve momento, en el que lo sientes, lo saboreas, y por un segundo no hay nada más importante en el mundo que ese Maki.

V

Volverme a ver en el espejo y no sentirme feo.

Saludos y gracias

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