REFLEXIONES DE UN DOMINGO CON RESACA II PARTE




La noche pasa fugaz, y entre brillos y colores arrastra pasiones y sentimientos que tan solo en el fragor de la batalla, después de unas cuantas copas demás desencadenan juegos y travesuras escondidos tras unos deseos ocultos. En la noche nada es como parece, la realidad contagiosa de todos los días se emborrona y desaparece, es entonces cuando surge una realidad diferente a la que estamos acostumbrados todos los días. Es cuando nos convertimos en bufones de la noche, marionetas traviesas pendientes de un hilo invisible que nos arrastra por los placeres ocultos y fugaces que no somos capaces de encontrar en el día a día, y es entonces cuando llega la noche, cuando apuramos hasta el extremo el aliento de disfrutar la vida pisando el acelerador a tope sin mirar atrás para llenar ese vació al que estamos altamente condenados propiciado por una rutina y unas costumbres que más bien conocemos como monotonía.


En cierta manera cada uno de nosotros llevamos a nuestro propio Hank Moody dentro de nosotros, y a veces dejamos que vea la luz, que practique juegos malabares al borde de una línea muy fina. ¿Dónde se encuentra entonces la moralidad justa de los acontecimientos? ¿Acaso no somos nosotros responsables de nuestros propios juicios de valor?, ¿O ya están establecidos de antemano y son ellos como leyes imperativas los jueces de nuestros actos?. No nos sentimos culpables porque en el fondo sabemos que no lo somos y aunque lo fuera cual sería nuestro delito ante un tribunal y un juez, buscar el amor en cada rincón de la ciudad. No creo que sea un motivo de peso para una sentencia de culpabilidad. Al fin y al cabo todo lo que hacemos lo hacemos por ellas, al final del día es lo único que importa, ya sean una realidad, ya sea una fantasía o un dulce sueño que nos atraviesa por las venas. Buscamos respuestas en otros labios, hacemos daño a los que ya conocemos, y mientras el baile ha comenzado y nosotros danzamos con todas y con ninguna el mundo girar alrededor entre risas y lloros, la luna novicia de todas las madrugas sonríe contagiándonos de su risa, y sabiendo que el fragor de la batalla durara hasta que oculte su rostro y desaparezca entre la luz del sol. Al día siguiente cuando la vuelta a la realidad entre la sensación de que la cabeza te va a estallar y te cagas en la maldita resaca una vez más, recuerdas con un guiño amistoso esa otra realidad paralela omnipresente que te dejo el Sábado por la noche.







Saludos y gracias

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