HACE UN AÑO

Las palabras a veces no quieren salir, hacen un pacto de silencio, y juntas se esconden en un lugar al margen de todo para que no sean molestadas. Eso es lo que me ha pasado estos días, las palabras han huido de mí, han decidido darme una tregua, un descanso.

Hoy hace un año que aterrice en Wroclaw, y comencé una nueva etapa en mi vida. Y uno mira atrás y doy las gracias por todo lo que he vivido este año, todo lo que he conseguido, y todo lo que he aprendido. Un año que ha sido intenso, con muchos momentos que quedaran guardados en la memoria y con otros que mejor no recordarlos para no sufrir dolores de cabeza. Un año que me ha servido para reflexionar y darme cuenta de muchas cosas, a jugar las mismas cartas pero esta vez marcándome mejor los faroles. Un año que me ha servido para descubrir que quedarse uno lamentando detrás de una barra de bar no sirve para nada. De echo no hay mayor perdida de tiempo que lamentarse. Un año que me ha servido para creer en imposibles y aprender a luchar por ellos, y algunos conseguirlos, otros con la cabezonería de no rendirme y tarde o temprano alcanzarlos. Un año que también me ha servido para encontrarme conmigo mismo, un camino emocionante por cierto. A mirar desde la distancia y la perspectiva que da la lejanía para valorar en su justa medida lo que tuve y había conseguido hasta entonces. A echar de menos a mis amigos, y tener unas ganas enormes de darles un abrazo y emborracharme de nuevo a su lado hablando de lo humano y lo divino. A saber que aun me queda mucho camino por recorrer y cosas por aprender. A saber encontrar la felicidad a través de uno mismo y no por los demás. A echar de menos mi tierra, mi lugar, y darme cuenta que la quiero.

Ahora miro al futuro, y de nuevo una vez más aparecen ante mis nuevas preguntas que quieren ser respondidas, y para ello creo que necesito un cambio. Quizás porque siento que me falta algo, y sé que aquí ya he aprendido lo que tenía que aprender y ese algo no se encuentra aquí. Quizás porque necesito entender porque me costo pagar un precio tan alto al venirme aquí, pasar este año y verme obligado sin quererlo a sacrificar tantas cosas. Quizás porque me he dado cuenta que las promesas de las personas son palabras que se llevan el viento y no van a parar a ninguna parte. Quizás porque he aprendido que es más fácil perder lo que uno tiene, que mantenerlo para siempre. Que lo eterno es efímero, y nada es para siempre. Y nunca jamás no tiene cabida en este mundo de locos. Que la felicidad no tiene precio, y que cada vez estoy mas seguro que somos nuestros pensamientos, aunque no queramos verlo.

De nuevo un horizonte incierto se planta delante de mis ojos. Siento que muy pronto voy a tener que volver a arriar velas y zarpar en pos de un nuevo rumbo, sin saber muy bien a ciencia cierta donde dirigirme pero teniendo alguna que otra idea clara. Siempre me ha gustado exigirme el máximo, y nunca me conformo con lo que tengo, siempre pido más y más calidad. Por eso en cierta manera siento que esta etapa esta en su parte final, y si la alargamos mas de lo necesario quizás corra el riesgo de entrar en una espiral sin sentido y absurdamente absurda. Una de las razones por lo que ahora me cojo un mes de descanso, principalmente porque necesito desconectar de todo, y descansar psicológicamente, para reflexionar, pensar y empezar a definir ese nuevo horizonte con calma y paciencia. También para conocer Varsovia y disfrutar de la magia del baloncesto.

Ahora solo me queda soñar en lo que puede pasar este año, y desear que dentro de un año cuando vuelva por estos lares, y reflexione en voz alta para mí y todos vosotros sea como mínimo un año tan bueno como este, y como máximo que me regale muchas nuevas cosas que me quedan por conocer y desconozco totalmente.

Saludos y gracias.

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