SIEMPRE NOS QUEDARA PRAGA


Ya estoy de nuevo de vuelta por estos lares, después de un paréntesis vacacional necesario y merecido. La anterior semana fue bastante ajetreada, de tal manera que incluso no me dio tiempo ni a escribir un breve post donde me hubiera gustado despedirme de vosotros y desearos unas felices fiestas. El Viernes a las seis de la mañana cogí junto a Annia un tren rumbo a Praga. Al fin, de esta manera cumplía uno de mis sueños conocer y visitar dicha ciudad.

Han sido cuatro días, y cuatro noches fabulosas, me han servido para relajarme, tranquilizarme, y ordenar mis pensamientos, los cuales últimamente andaban un poco acelerados. También me ha servido para disfrutar y pasar cuatro días muy agradables al lado de Annia, y darnos cuenta y aprender juntos de ciertos errores que por momentos habían desestabilizado nuestro proyecto en común. Así en cierta manera hemos vuelto a recuperar y dar vida a lo nuestro, y lo más importante a creer que juntos podemos alcanzar metas muy interesantes. Pero sobre todo he tenido tiempo de disfrutar de Praga, tenía unas expectativas muy altas respecto a esta ciudad, y han sido más que cumplidas, he salido maravillado, con ganas de volver. Es la ciudad donde piensas que los sueños se pueden hacer realidad, me ha encantado y he disfrutado al máximo perdiéndome por sus callejuelas, descansando en sus parques mientras tomaba una cerveza bajo un sol el cual resultaba muy agradable. He tenido tiempo también de conocer la otra Praga, la Praga de las afueras, nada que ver con la Praga que me ha enamorado y me ha cautivado. De echo nos alojábamos en casa de una amiga de Annia la cual se encontraba a casi una hora del centro de la ciudad. Estaba localizada en un barrio normal y corriente, el cual resultaría muy fácil encontrar en cualquier otra ciudad.

Praga se ha adaptado a los tiempos que corren, y ha sabido conocer perfectamente las circunstancias que le rodean, las características que posee, y decir estas son las reglas del juego, y así las voy a jugar, y ha dicho voy a enamorarlos a todos. Praga de día se deja visitar por los turistas, no le importa de que lugar del mundo vienen a verla, se deja ver y disfruta sintiéndose observada, porque Praga se quiere y se deja querer. Praga tiene colorido, es divertida, y te enseña a reírte de la vida, sus gentes de todos los puntos cardinales del planeta se transforman y ayudan a recrear la belleza de Praga. Praga es hermosa y se deja tocar, le gusta que le acaricien, le den cariño, le susurres al oído o simplemente descanses a su lado, aceptando su paz. A Praga le gusta la música, y que le dediquen canciones, que bailen con ella, que disfrutes a su lado de la vida, que te dejes llevar y abandones los problemas, los conflictos interiores, y te sumerjas en la danza de la felicidad. Praga se transforma por la noche, deja que la lujuria llame a tu puerta, las princesas invaden las calles y te ofrecen una noche de placer inigualable. El lujo y la ostentación aparecen, aunque también da lugar a espacios más recogidos, entrañables, amistosos, ocultos entre callejuelas y recónditos lugares de esta maravillosa ciudad. Praga al final duerme tranquila, y con dulces sueños, preparada para disfrutar del siguiente día.

Siempre nos quedara Praga, me llevo muy buenos recuerdos, de esa calidad ciudad, como el día que nos encontramos en un entrañable Púb al holandés errante, las cervezas bajo un sol de fábula y al lado del rió Moldava. O el dejarse caer por sus calles y disfrutar de cada detalle al máximo, o lo que más me llamo la atención no dejar de escuchar español por hay donde pasaba. Son tantas cosas a recordar que me llevaría mucho tiempo dejarlas todas plasmadas, y muchas otras se me olvidarían por el camino. Eso sí, todas ellas maravillosas. El Martes volvía hacia Wroclaw y me despedía de Praga, le hice una promesa y espero cumplirla, volveré a verla.

Saludos y gracias

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